Disciplina. Determinación. Una singular comprensión del poder y de la política. Hoy, a 160 años de la muerte del general José de San Martín, esas virtudes son parte de un legado que su figura sigue irradiando a los argentinos.
Consultado por Clarín , el historiador Daniel Balmaceda señala la disciplina como uno de los valores que el prócer dejó a las generaciones que le sucedieron. La impuso a sus hombres, instando a las buenas acciones, a castigar los delitos y las faltas, a respetar a sus superiores y sobre todo a los civiles. “Pero además, este gran forjador de disciplina siempre fue magnánimo. Supo castigar sin vacilación, pero también supo perdonar”, afirma Balmaceda. quien también destaca –tanto en San Martín como en Belgrano– su valoración de la educación: “Entendía que un pueblo instruido generaba los anticuerpos para enfrentar todo tipo de tiranía”.
En San Martín, sigue Balmaceda, vemos también la determinación . Ideó un plan, trazó sus objetivos y trabajó para cumplirlos. Se propuso la descabellada idea de cruzar los Andes con un ejército soberano para libertar Chile y Perú del dominio español. “Lo admirable es que lo soñó cuando estaba lejos de contar con los medios, no disponía de semejante ejército, ni teníamos soberanía porque no habíamos declarado la Independencia”, explica el historiador. La tarea le demandó ocho años, en los que nunca vaciló en seguir adelante con su plan.
Por su parte, para Beatriz Bragoni, historiadora del Conicet y de la Universidad Nacional de Cuyo, “resulta adecuado reinterpretar el legado sanmartiniano –ese que lo señala como estratega y político virtuoso– en las coordenadas del canon historiográfico contemporáneo, e interpelar su figura como actor político protagónico sujeto a una serie de situaciones enraizadas en la incertidumbre abierta con la Revolución y la indeterminación de las comunidades políticas nacidas del colapso imperial español”.
En opinión de la experta, la opción de historizar al personaje que todavía no había sido erigido como héroe nacional “permite comprender entre otras facetas igualmente atractivas, una singular comprensión del poder y de la política que exigía de incesantes negociaciones y frustraciones a la hora de materializar la promesa libertaria de la América española”.
Otra enseñanza de San Martín está en su negativa a participar en enfrentamientos internos . Aunque se había formado desde los 13 años para ser soldado, despreció la idea de combatir a sus hermanos cuando fue instado por Rivadavia, o cuando Lavalle quiso convencerlo. “Prefirió renunciar antes que alzar la espada contra sus compatriotas”, resume Balmaceda.
Bragoni también hace foco en cómo se construyó la figura de San Martín. Aún antes de la caída de Rosas (1852), los románticos argentinos habían depositado en el momento revolucionario y en sus promotores el interés por enlazar aquel pasado heroico con un tiempo presente urgido por suturar las heridas abiertas con las guerras que siguieron a la crisis de la Independencia , y afianzar la unión definitiva de las provincias argentinas que el pacto constitucional de 1853 no había consolidado.
“Ninguno de los principales exponentes de la generación romántica podía dejar de sentirse atraído por los trayectos vitales y políticos que ameritaban integrar el selecto elenco de los padres fundadores de la Patria, y menos aún podían desconocer que el estelar periplo sanmartiniano se erigía como candidato apropiado para liderar el panteón heroico de la nueva nación”, concluye Bragoni.
Los hitos de su vida
25 de febrero de 1778
En Yapeyú, provincia de Corrientes, nace José Francisco de San Martín, el menor de cinco hermanos del matrimonio de Don Juan de San Martín y Gregoria Matorras.
3 de febrero de 1813
San Martín triunfa en la batalla de San Lorenzo, bautismo de fuego del Regimiento de Granaderos a Caballo, creado por San Martín en 1812 tras ser nombrado por el Triunvirato Teniente Coronel de Caballería.
18 de enero de 1817
El Ejército de los Andes inicia el cruce de la cordillera. Y el 12 de febrero San Martín y su ejército derrotan a los realistas en Chacabuco.
12 de julio de 1821
San Martín entra con sus tropas en Lima y proclama la independencia del Perú. Un año después, el 26 y 27 de julio, el Libertador se entrevista en Guayaquil con Simón Bolívar
17 de agosto de 1850
San Martín muere en Boulogne Sur Mer, Francia. El 28 de mayo de 1880, se trasladan sus restos a la Catedral de Buenos Aires en lo que fue, para Domingo Sarmiento, la “ceremonia pública más importante del siglo XIX”.
Fuente: clarin.com
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