Como voces apocalípticas pueden calificarse las previsiones de expertos en salud al referirse a la epidemia de dengue que no sólo está afectando a nuestro país. La enfermedad se ha propagado de tal manera que habrá millones de casos y centenares de víctimas mortales en el continente.
Lo que nos faltaba que el Niño y la Niña tengan, además, una especie de maligno compadre ante el cual quedemos tan indefensos como en las temporadas de lluvias o el azote de la sequía. Al final habrá que echar mano de la sabiduría popular y aplicarnos lo de las pulgas y el perro más flaco.
“Vengo de Sudamérica y me doy cuenta que en Paraguay, Argentina, Colombia y Chile no sufrían de esta enfermedad desde hace varios años y ahora los tenemos con una alta incidencia de esta enfermedad”, señala el experto de la OPS quien, pese a los augurios y a las consecuencias del cambio climático, del aumento de las temperaturas por el daño en el ambiente, agrega que “el dengue puede ser prevenible a pesar de las condiciones climatológicas, y puedo decir que en parte es cuestión de cultura”.
Puso el dedo en la llaga. La cultura que, a juicio de sociólogos, es lo que queda en la persona después de olvidar lo aprendido. Es decir, la actitud, el comportamiento y la conducta.
La actitud de la población hondureña ante la higiene y la limpieza es tan débil que raya en la inexistencia, puesto que en el hogar, en la escuela, en el trabajo, para los adultos de más cerradas entendederas, no hay educación para crear conciencia que los desechos, la basura, son focos de contaminación, fuente de enfermedades y, por tanto, atentan contra la salud de los individuos y contra los recursos personales, familiares.
Si a esa deficiencia personal sumamos el desinterés de la autoridad, local y central, en defender el derecho de los ciudadanos a la salud, como expresión de calidad de vida, tenemos el ambiente ideal para la proliferación del mosquito que goza del favoritismo, según expertos, del calentamiento global.
En pocas palabras, las improvisaciones que siguen a las imprevisiones, característica generalizada en el quehacer gubernamental, tienen a miles de hondureños postrados en hospitales, centros de salud y otras instalaciones habilitadas por la urgencia para esta emergencia. Con palabras más finas y diplomáticas, la OPS nos señala lo mismo que hemos venido diciendo por años:
“Cuestión de cultura”, cuestión de limpieza en solares, patios de las casas, aceras y calles que aún en el centro de las ciudades son parte de selva o potrero sin dueño donde arrojar la basura. El problema aunque se envuelve en el humo de la fumigación, es evidencia de poca cultura.
Fuente: laprensa.hn
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