Orlando Ferreres
La Argentina está haciendo un esfuerzo muy grande en materia educativa, pero los frutos no se están viendo, al menos por el momento, de acuerdo con los exámenes internacionales y su comparación con otros países.
Considerando todos los niveles educativos (Nación, provincias y municipios), el gasto en educación (y actividades conexas) fue en 2009 de $ 78.627 millones (21.079 millones de dólares), equivalente al 7,14 % del PBI, el más grande hasta ahora en los últimos 30 años. Al menos en esfuerzo económico, en este tema tan clave, la orientación es adecuada.
En efecto, el gasto en educación en 1980 era del 3,31 % del PBI, y fluctuó en los ´80 alcanzando en 1990 el 3,32 % del PBI. Durante la década del ´90 fue creciendo y llegó a 4,99 % del PBI en 2000. Luego cayó tremendamente en 2002 por la crisis del default de la deuda de ese año a 4,39 % del PBI. Desde allí fue creciendo hasta el nivel actual.
Si bien el gasto educativo acompaña el gran crecimiento del gasto público global que se ha dado en los últimos años, al menos en este rubro merece ser destacado. En educación no se puede ahorrar, pues es necesario exigir mucho a los maestros y profesores. El gremio ha hecho hincapié en lograr mejores salarios. Eso está logrado, la sociedad les da mucha mayor participación en la torta a repartir (PBI), y es una torta que, encima, ha crecido bastante. Ahora deben responder a las nuevas exigencias de calidad.
Proyecto para los que trabajarán dentro de 20 años.
Un chico de seis años, que inicia la primaria en 2010, va a trabajar aproximadamente dentro de 20 años, en 2030. Es necesario que la educación pública argentina esté pensada para ese objetivo. ¿Cuales son las necesidades de formación para 2030? Deben ser muchas y muy distintas a las del siglo XIX, en el que, en muchas cosas, aun estamos basados en este aspecto. Pero una cosa es segura, prácticamente todo trabajo tendrá un gran componente de computación para ese año. Los docentes de la educación pública primaria ¿están preparados para esa exigencia o saben, en promedio, menos computación que los chicos? Y estamos hablando tanto de hardware como de software o de manejo de ambos en sus aplicaciones prácticas. En este sentido, el Gobierno ha iniciado una campaña para que cada chico tenga una laptop, y es un gran avance, aunque lo hemos comenzado después de Uruguay. De todas maneras, se requiere una mucha mejor preparación de los maestros en estas materias. Después de clase, la mayoría de los chicos debe ir a academias privadas a aprender computación, como se puede comprobar fácilmente en los pueblos del conurbano o del interior de las provincias. Entonces, ¿la escuela pública, para qué está?
No todo es información en materia educativa. Los valores que deben transmitirse a los chicos por los docentes, son producto del consenso, con el relativismo que esto supone. No hay liturgia de patria en las escuelas. Los feriados se pasan a los lunes por motivos de turismo. Cuál es el mensaje que reciben los chicos: los feriados no deben ser muy importantes, se adecuan a las conveniencias del almanaque.
Otro tema importante también es el muy alto nivel de ausentismo docente, especialmente en algunas provincias como la de Buenos Aires. Se va a requerir una revolución para hacer andar la educación pública como debe andar, especialmente si queremos, como es necesario, que sea para el siglo XXI.
Disgregación de sistemas educativos y reglamento de Belgrano.
¿Puede haber 24 sistemas educativos, uno por cada provincia? ¿Es esto adecuado para lograr una identidad nacional del país, en especial, en una época de globalización? Este problema se nota mucho en el primario, aunque también en el secundario. La Nación solo tiene las universidades y una cierta coordinación con las provincias en los otros niveles, aunque incluso hay algunas que no les gustó adherirse a la Ley Federal de Educación. Con qué justificativo un chico de Jujuy tendría que conformarse sólo con prácticamente ir a comer a la escuela, y otro de Callao y Corrientes, tendría un nivel internacional de educación. Nadie puede decidir esto, sin embargo ocurre y en más de un caso.
Finalmente, en junio un mensaje de Belgrano para los docentes: cuando le otorgaron una importante suma como reconocimiento por haber luchado y ganado las batallas de Tucumán y Salta, no usó ese dinero para él sino que lo donó para hacer escuelas, pero hizo un reglamento específico para las mismas, por el que los colegios tardaron más de un siglo en concretarse. El punto principal de este reglamento era que "cada tres años se debía hacer un concurso docente para cubrir cada uno de los puestos, pues podía ser muy bueno el docente en el puesto, pero no debería privarse a los niños de uno mejor si lo hubiere". Con este simple criterio, mejoraría enormemente el sistema educativo público de la Argentina y nadie podría quejarse de que no era equitativo. Los argentinos hemos hecho el esfuerzo económico para pagar mejor a los docentes, ahora queremos los mejores docentes para nuestros chicos.
Fuente: lanacion.com
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