Por PABLO MONTANARO
"La solidaridad tiene que ser una actitud diaria”, sostuvo Lozano, quien comentó que diariamente reciben 100 llamados telefónicos y otros tantos correos electrónicos.
Con el convencimiento de que es necesario el compromiso de todos los sectores para transformar la realidad, Manuel Lozano, 26 años, abogado recibido en la Universidad Católica de Salta, ingresó hace seis a Red Solidaria, la organización no gubernamental creada en 1995 por Juan Carr cuyo objetivo es el de crear mecanismos para brindar ayuda a numerosas situaciones y necesidades que se presentan a diario en el ámbito social. La ayuda es muy amplia, va desde el que requiere libros para una biblioteca hasta el que necesita un trasplante o la búsqueda de una persona desaparecida.
“Para transformar el país hace falta una cultura solidaria que implica ver qué sucede a nuestro alrededor. La solidaridad tiene que ser una actitud diaria”, sostuvo.
¿Cuáles son las prioridades de Red Solidaria hoy?
Principalmente el hambre. Es inconcebible que en un país que produce alimentos para 330 millones de personas haya 2.500.000 de personas que no tengan para comer. En este sentido es fundamental el trabajo en todos los sectores y de la sociedad para llegar al 2020 con hambre cero. Parece una utopía pero creemos que es posible. También estamos asistiendo a la población en situación de calle, a la población más vulnerable al frío y todo lo vinculado a la salud, que es una de las problemáticas que más nos llegan a través de llamados telefónicos o correos electrónicos.
¿Cuántas llamadas reciben a diario?
Tenemos un promedio de 100 llamados por día y otros tantos correos electrónicos, pero en las últimas semanas con la campaña contra el frío aumentó la cantidad, estamos en las 200 llamadas diarias. Además habría que contar las llamadas que reciben las 70 redes que hay en el interior del país.
¿Qué es lo que la gente pide y qué ofrecen?
La mayoría de los llamados que recibimos es para pedir ayuda, el resto es para ofrecerse como voluntarios. La gente pide, sobre todo, medicamentos, sillas de ruedas, dadores de sangre.
¿Existe en la sociedad argentina el compromiso de ayudar a los demás?
El compromiso cada vez es más fuerte. Hace tres años atrás había 10 redes con las que trabajábamos en el país y hoy tenemos 70. Todo el tiempo nos llaman para ofrecerse como voluntarios, la gente quiere hacer algo y no sabe cómo, quieren que las orientemos para canalizar esas ganas de ayudar. El nivel de solidaridad de los argentinos todavía me sigue sorprendiendo. Nos pasó de recibir donaciones sin realizar la convocatoria o jóvenes que se suman para cargar cajas, embalar alimentos. Nosotros trabajamos para que la ayuda permanezca en el tiempo. Hay un aumento en el compromiso de las generaciones más jóvenes que saben quienes somos y están al tanto de lo que hacemos. El argentino es por naturaleza solidario
Pero también la solidaridad tiene relación con lo emocional.
No tengo dudas que sí. Es muy lento, cuesta mucho y es difícil, pero cuando la cosa empieza a girar, las personas se van contagiando y los voluntarios comienzan a crecer. Hace dos años teníamos 10 redes en el interior del país y actualmente tenemos 70. Considero que nos falta pasar de lo emocional a la constancia del compromiso.
¿En qué consiste el trabajo que están realizando actualmente en la calle?
Llevamos comida caliente y abrigo. Pero la idea es ir un poco más allá, queremos establecer un vínculo con cada una de las personas y familias que están en situación de calle para ver qué otras soluciones podemos encontrar a sus diferentes problemas. Por ejemplo, nos hemos encontrado con mujeres embarazadas próximas a tener su hijo para poder asistirlas en ese momento tan especial y personas con VIH a las que podemos ayudar con los estudios.
¿La Argentina es un país en donde la realidad no da tregua?
Así es. A los que estamos trabajando desde la trinchera de la solidaridad el tiempo no nos alcanza porque hay tanto por hacer, es empezar una cosa y seguir con otra simultáneamente. Un ejemplo, el año pasado iniciamos una campaña con comedores comunitarios, cuando terminamos pasó el alud de Tartagal, de inmediato saltó lo del dengue y cuando no habíamos terminado con el dengue llegó la gripe A.
Y están en contacto permanente con el dolor.
El dolor está todo el tiempo. Pero así como está el dolor también aparecen las respuestas, entonces se equilibra el dolor con la alegría al encontrar las soluciones. Este equilibrio es lo que nos permite seguir.
¿Hay diferencias en cuanto a la solidaridad en un pueblo que en una ciudad?
Son diferentes. Tenemos el caso de Neuquén donde hemos logrado estar en casi toda la provincia, hemos armado como una especie de vía férrea a lo largo y ancho de la provincia. Nuestro objetivo es que lo que pasó en Neuquén se replique en otras provincias. Neuquén es una provincia modelo en cuanto a la solidaridad que cuenta con un excelente líder como es Alberto Cámpora y un grupo de valiosos voluntarios en las otras ciudades de la provincia.
¿Cuál es el principal enemigo de la solidaridad?
El enemigo más fuerte es la indiferencia y contra eso luchamos. Siempre digo que tenemos que asustarnos cuando un día veamos un chico pidiendo o durmiendo en la calle y nos sea indiferente. El día que no se nos retuerza el corazón cuando vemos chicos en la calle eso nos tiene que dar miedo.
¿Qué te llevó a colaborar con Red Solidaria?
Ver otra realidad posible es parte de mi responsabilidad y de la sociedad. Mi deseo es que haya otra realidad para construir el mundo en el que quiero vivir.
¿Cómo sería ese mundo?
En el mundo que sueño estaría buscándome otra actividad porque la Red Solidaria no tendría que existir. Sería un mundo más justo con igualdad de oportunidades para todos, aunque esta frase parezca trillada. No encuentro lógico y razonable que en nuestro país haya gente que no tenga para comer con la cantidad de alimentos que producimos. En el mundo que sueño, esto no sucedería.
Fuente: lmneuquen.com.ar
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