por Elia Bianchi de Zizzias
La Unión Europea ha declarado 2.010: “Año de la Pobreza y de la Exclusión Social”.
“La cuestión social vuelve a colocarse en el corazón del debate… Las huelgas y protestas violentas se multiplican. Muchos ciudadanos expresan también su rechazo a la oferta política (crece la abstención y el voto en blanco) o una adhesión a diversos fanatismos (sube la extrema derecha y la xenofobia). La exclusión pone en crisis al propio sistema democrático”. (Ramonet.2.010).
Este es el grave panorama que no brinda la grave crisis económica en el mundo globalizado.
En los países de América Latina , la crisis no es menor, teniendo en cuenta que las distintas historias de dictadores, militares y civiles, el poder de sindicatos politizados, la extrema pobreza y la gran distancia que separa a los “excluidos” de las enormes riquezas acumuladas por unos pocos, genera dependencia, inseguridad y miedo.
La situación es compleja y los discursos políticos, educativos y religiosos incluyen los términos de exclusión / inclusión refiriéndose a la cuestión social, desde distintos enfoques. En consecuencia pensamos que es necesario clarificar el significado de estos conceptos a la ciudadanía, para reflexionar cuáles son nuestras responsabilidades en este grave contexto socio-político .
Los conceptos de exclusión / inclusión atraviesan el tiempo y el espacio como una realidad sociopolítica constitutiva de la trama social, que connota distintos significados según los contextos y los desarrollos teóricos interpretativos.
“La exclusión se impuso hace poco como un concepto al cual se recurre a falta de otro más preciso para dar a conocer todas las variedades de la miseria en el mundo: el desempleo de larga data, el joven de los suburbios, el sin techo, etc. La cuestión de la exclusión deviene entonces en la “cuestión social” por excelencia. El impacto no cesó desde entonces”. (Castel.2.004)
La exclusión tiene que ver, además, con la insatisfacción, el temor, la angustia que tiene cualquier ser humano cuando no puede acceder a aquello que desea y aspira para sí.
Los conceptos de exclusión / inclusión son polisémicos, adquieren significado y sentido según el tiempo (génesis, historia), el espacio (lugar, no lugar) y el contexto en los que se consideren. Tienen una fuerte connotación económica: los incluidos son aquellos sujetos que tienen sus necesidades básicas satisfechas. También un impacto en la construcción de la identidad de los sujetos sociales, del Self, de su relación con los otros, de su autoestima y su sentido de pertenencia.
Por otra parte, al ser dinámicos sus bordes o límites son relativos, existe una zona de vulnerabilidad hacia la cual el incluido o el excluido pueden desplazarse. Resulta imposible trazar fronteras claras entre estas zonas. Los sujetos incluidos pueden devenir vulnerables por las crisis económicas (relación con el trabajo), por las dinámicas sociales que producen desequilibrios, la multiplicación de individuos o clases sociales que sufren “déficit de integración” con respecto al trabajo, a la educación, a la salud a la vivienda. Castel caracteriza una nueva categoría de exclusión contemporánea “la nueva pobreza”, no se trata de una pobreza residual en algún sentido intemporal, sino de una nueva estructuración que requiere análisis nuevos, porque representa lo que hoy tiene de inédito la coyuntura social. (Castel.2.004).
El capitalismo, el sistema neoliberal, la “ratio” del mercado, los nuevos paradigmas de producción generan enormes desigualdades y multitudes de excluidos en todo el mundo.
En países como el nuestro, la dependencia de los imperios políticos económicos, la magnitud de la deuda externa, la inestabilidad política, la corrupción generalizada en los cuadros dirigentes, la inseguridad, han generado en las últimas décadas enormes diferencias entre los que, históricamente, han usufructuado de las debilidades políticas de un Estado benefactor para acumular riquezas y la creciente población de excluidos: los pobres estructurales y los nuevos pobres, resultado de la movilidad descendente de la clase media argentina.
Las medidas políticas para la lucha contra la exclusión, son en general, políticas sociales con intención reparadora, no preventiva. Pues, como afirma Castel, es más fácil intervenir en los efectos de las disfunciones sociales (tarea adjudicada a los técnicos), que controlar el proceso que las desencadena (dominio político). La llamada “discriminación positiva” se operativiza de ese modo en estrategias coyunturales de asistencialismo ( Ej. Planes Jefes y Jefas de Hogar y otros)) y de clientelismo político, que luego se transforman en pseudopaliativos permanentes, creando estados de dependencia y degradación social.
Algunos indicadores categorizan al pobre como aquel Sujeto social que no dispone de un mínimo de recursos para vivir y por lo tanto encuadrado en una categoría de pobreza absoluta o indigencia La pobreza absoluta y la pobreza relativa se relacionan con dos formas de abordar estas categorías. Una cuantitativa, que alude a los niveles de ingreso que una persona recibe, y otra, cualitativa que se refiere a otras privaciones que provienen de la “cultura de la pobreza”. En el uso corriente y también en el de los medios, los términos aludidos suelen usarse como sinónimos, o se confunden , o se yuxtaponen.
A partir de la década del 70, emergen nuevos fenómenos económicos sociales, que requirieron nuevas conceptualizaciones de la marginalidad y la nueva pobreza. Los marginados son aquellos sujetos desclasados, insumisos, disconformes con los valores de la cultura dominante. En América Latina, el concepto de marginación surge a partir de la década del 50, para designar habitantes de las favelas, las colonias, las villas de emergencia, resultado de las inmigraciones masivas hacia las ciudades. Los Sujetos marginales también tuvieron su habitat o lugar en la periferia (márgenes, bordes, fronteras) de los centros urbanos.”La noción de centro-periferia incluye no sólo sentidos espaciales, sino también distancias sociales”. (Redondo.2.004) En tanto, la “nueva pobreza” la constituyen sujetos sociales víctimas de las crisis económicas, de la remodelación del mercado, de los cambios tecnológicos. Sujetos que no pueden conseguir trabajo o lo pierden y pasan a integrar una gran zona de vulnerabilidad económica y social.
Podemos afirmar que para la concepción del sistema capitalista liberal / neoliberal, la pobreza estructural y la marginalidad son “estados naturales” de la dinámica social, “males emergentes” de la economía del mercado que se encaran con políticas reparadoras. (Asistencialismo y clientelismo).
“El riesgo de la exclusión no es entonces un fantasma pero intentar conjurarlo exige vigilancia” (Castel.2.004).
En el panorama de la educación argentina, cuando más del 50% de los docentes se encuentran en una situación de precarización laboral. pasando a una zona de vulnerabilidad, cuando la escuela ( de márgenes / fondo) es contenedora, asistencial y la calidad de los aprendizajes significativos desciende; cuando la inseguridad, violencia y el miedo se instalan en la relaciones comunitarias, cuando la causa de los niños parece diluirse en un voluntarismo inútil de políticas públicas fragmentadas, coyunturales e ineficaces frente a las demandas sociales, cabe que nos cuestionemos como ciudadanos responsables y busquemos solidariamente respuestas a estos problemas que constituyen la base de una convivencia democrática.
En la búsqueda de sentido y de soluciones, los caminos se vertebran en una dimensión colectiva.
Fuente: mdzol.com
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