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sábado, 26 de mayo de 2018

Facundo Manes: "Hoy la riqueza de un país no está en los recursos naturales o en un veranito económico, sino en invertir en el cerebro de su gente"

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El neurólogo clínico y neurocientífico, que acaba de publicar su nuevo libro El Cerebro del Futuro, dice que la Argentina está en problemas: "Tenemos que invertir en la capacidad intelectual de la gente para que puedan competir en un mundo basado en ideas y conocimiento". Además, habla de los misterios de la mente y da las claves y los secretos para tener un cerebro sano y feliz.



El neurólogo clínico y neurocientífico Facundo Manes no para. Llega
Infobae con su nuevo libro El Cerebro del Futuro, una de las
novedades del mes de editorial Planeta, para hablar de la gran pasión
de su vida: el cerebro humano.
En el libro, que escribió junto a Mateo Niro, analizan hacia dónde va
la evolución de la especie y vislumbran la posibilidad "seria" de que
un día los cerebros estén conectados con las computadoras,
"con máquinas", como ya ocurre en algunos países con pacientes
con determinadas enfermedades.
Habla además de la necesidad de cuidar el cerebro a nivel 
personal pero sobre todo hace hincapié en la "obligación" de
cuidarlo de "todos los argentinos".
En ese sentido, aseguró que tiene dos pasiones: "estudiar el cerebro
y la Argentina". Se autodefinió como  "independiente" en el terreno 
político pero aclaró que se formó con "los valores del radicalismo"
pero que no tiene militancia partidaria.
-Si hablamos del cerebro del futuro es porque hay un cerebro 
del pasado. ¿De qué cerebro venimos y hacia qué cerebro 
vamos?
-Para entender el cerebro humano hay que ver una película. Una
evolución de cientos de miles de años y en esa evolución hubo saltos
evolutivos. Uno fue ser bípedos. Esto dio lugar a la gestualización,
que para muchos investigadores dio lugar al lenguaje. Todos estos
saltos evolutivos -ser bípedos, gestualizar, lenguaje, memoria, la
capacidad del ser humano de vivir en grupos complejos, la capacidad
de engañar, de auto engañarse, leer y escribir, la lectoescritura- tienen
5000 años, no es nada en la historia de la humanidad.
-¿Y seguimos evolucionando como especie?
-Esa es una de las cosas que intentamos pensar en el libro. Y si 
seguimos evolucionando -que creemos que si- cómo lo hacemos y 
qué va a pasar con la especia humana.  Ahí planteamos la posibilidad 
seria -que ya existe, no es ciencia ficción- que haya una interface 
cerebro-máquina, que nuestros cerebros estén conectados con las 
computadoras…. De hecho esto pasa en muchos pacientes con 
Parkinson, con ciertas patologías mentales. Y el tema es qué va a 
pasar con esta tecnología, que puede ser usada para el bien -como 
la electricidad que puede ser usada para el bien o para torturar-, y 
qué pasa si esa tecnología se usa para las guerras del futuro.
¿Hacia dónde va nuestro cerebro?
-Vamos hacia una fusión biológica-digital. Por eso en el libro hablamos
de la neuroética. Como hoy hablamos del cambio climático o de
derechos humanos, nosotros vamos a hablar de qué hacemos con
los avances de la ciencia del cerebro que en general son hechos
para el bien, para ayudar a personas cuadripléjicas, que no pueden
mover sus miembros, para que con sus pensamientos mover objetos
con la tecnología, pero que también pueden tener un fin que nos sea
benéfico.
-¿También se puede usar para el mal?
-También esto se puede usar para el mal, para fines no tan médicos.
Y la sociedad va a tener que conocer esto y debatir los dilemas
 morales y éticos que surgen por estas investigaciones.
-¿Hay que cuidar el cerebro?
-Sí, el cerebro se transforma. Esta charla está transformando mi
cerebro, está transformando el cerebro de la gente que nos escucha
y nos ve, está transformando tu cerebro. Los hábitos tienen la
capacidad de transformar nuestro cerebro y hoy sabemos que hay
ciertos hábitos que nos permiten tener más chances de tener un
cerebro saludable y de vivir mejor.
-¿Cuáles son esos hábitos?
-Uno es tener vida social, tener vínculos humanos. No sólo tener
fuertes vínculos humanos como a quién pedirle plata si necesitamos,
quién nos pueda llamar al médico si lo necesitamos o a quién contarle
penas o alegrías. También el día a día, ir al bar y hablar con el mozo
o si vivís en un edificio hablar con el encargado, ese contacto
personal, hablar de como salió River o Boca.
-¿Y qué más?
-Segundo, el ejercicio físico es clave porque genera nuevas
conexiones cerebrales, mejora el ánimo, refuerza el ejercicio creativo.
Además de la vida social y el ejercicio físico, dormir bien es
importante, el sueño es salud. Manejar el estrés. Uno no puede
cambiar la realidad pero sí como uno la interpreta o revalúa, y cómo
uno saca los pensamientos tóxicos que aparecen en el cerebro.
-¿La alimentación es importante?
-También es importante una dieta rica en verduras, pescados, cuidar
el azúcar en sangre, el colesterol, la hipertensión arterial, evitar el
sobrepeso. Y tener desafíos mentales, desafíos intelectuales, como
aprender un idioma nuevo. Pero para mí estudiar el cerebro o para
vos conducir un programa, cosas que hacemos hace años, por más
que sean desafíos intelectuales, no son tan buenos para nuestro
cerebro como aprender un idioma que no conocés o cómo  aprender
a tocar un instrumento musical que no sabés.
-¿Hacer cosas nuevas sería el secreto?
-Desafiar al cerebro, hacer transpirar al cerebro. Hay cierto hábitos
que podemos hacer para vivir mejor. También vivir el presente.
Nosotros estamos permanentemente rumiando acerca del futuro,
pensamos cuándo termina esta conversación para ir a ver a los
pacientes o ir al gimnasio, y en el gimnasio pensamos cuándo vamos
a ver a nuestros hijos, y no disfrutamos de esta entrevista, de estar
con los pacientes, del gimnasio, de los hijos. Estamos
permanentemente rumiando acerca del futuro, de la próxima tarea o
revisando el pasado. Vivir el presente es muy bueno para el
 bienestar. Un cerebro atento, te diría, es un cerebro más feliz.
-¿Cómo podemos compatibilizar ese trabajo enorme que 
implica cuidar el cerebro con la vida cotidiana, con la presión, 
con los miedos, las preocupaciones de no llegar a fin de mes, 
el miedo de quedarme o estar sin trabajo?
-Todo lo que hace bien al cerebro en general no cuesta plata porque
es vivir, disfrutar el presente, no importa las características. Porque
después de cierto nivel económico, la felicidad o el bienestar no
están dados por la plata. Obviamente que si vos no tenés las
 necesidades básicas satisfechas eso impacta en el bienestar. Hay
datos que muestran que después de cierto nivel económico el dinero
no impacta en la felicidad, ni la fama, ni el poder. Pero dormir bien,
erradicar las pensamientos negativos, vivir el presente, tener vínculos
humanos, hacer ejercicio físico, son cosas que no cuestan dinero.
Todo esto, a nivel personal.
-¿Y en cuanto al sociedad?
-A nivel de la sociedad digo que en un mundo como el de hoy
globalizado, interconectado, basado en las ideas, siempre decimos
que Argentina debe producir más: para tener más riqueza un país
debe producir más. Hoy la riqueza de los países no son los recursos
naturales ni un veranito financiero o económico, la riqueza de un país
es la capacidad intelectual de las sociedades, el capital mental,
cognitivo y emocional. Y hoy como sociedad en Argentina tenemos
un problema enorme.
-¿Cuál es ese problema enorme?
-Hablo de cuidar a nivel de sociedad.  Nosotros los privilegiados,
como vos y yo, que podemos comer y pensar en un mediano plazo,
tenemos la obligación de pensar en cuidar el cerebro de los
compatriotas que no tienen una buena alimentación. De diez chicos
en la Argentina hoy, alrededor de cuatro tienen algún tipo de
malnutrición u obesidad, o déficit de vitaminas, o anemia, o
desnutrición. La mitad de los adolescentes en Argentina viven en la
pobreza, genera un impuesto cognitivo.
-¿Qué significa impuesto cognitivo?
-Si vos y yo viviéramos en la pobreza estaríamos usando los recursos
 cognitivos para ver qué comemos en un rato, qué come nuestra
familia, dónde dormimos más seguros, si llueve, y no podemos salir
del mediano plazo. De la pobreza no solo se sale con algo económico,
se sale con un sueño, con un proyecto, con educación. Mandela
decía "el arma más importante para combatir la pobreza es la
 educación". En Argentina como sociedad tenemos que cuidar los
cerebros de los ciudadanos. Tenemos un problema de sociedad,
tenemos que invertir en los cerebros y las mentes de la gente para
que puedan desenvolverse y competir. A nivel personal podemos
hacer cosas para cuidar el cerebro, pero a nivel sociedad también
tenemos que poner como prioridad el capital mental, sino no vamos
a poder competir en un mundo basado en las ideas, en el
conocimiento, en la producción de recursos con valores agregados.
-¿Cuál es el tiempo de formación del cerebro?
-El cerebro termina de desarrollarse después de los veinte años. Y la
última parte que se desarrolla es la frontal, que es la que está detrás
de la frente, que tiene la capacidad del pensamiento abstracto, de la
toma de decisiones, de imaginar el futuro, de planificar, de controlar
los impulsos. En esas etapas de la infancia y la adolescencia hay
tiempos más sensibles, pero es importante remarcar que,
lamentablemente en el mundo y particularmente en nuestro país,
hay chicos con mal nutrición, que viven en condiciones adversas de
estrés. La pobreza produce un estrés crónico y no es una buena
manera de empezar.
-¿Un niño que no recibió los cuidados necesarios en la 
infancia puede recuperar después ese tiempo perdido?
-Hay una idea que circula que cuando un chico pasa un tiempo y no
recibió el alimento suficiente, el afecto, ni el estímulo cognitivo, no hay
nada más para hacer. Y eso es erróneo. No debemos permitir que
pase, pero si lamentablemente pasa podemos hacer cosas para
intentar revertir la situación. Pero el cerebro termina de madurar a
los veinte, veinticinco años, y en realidad hoy sabemos que el cerebro
 tiene que estar permanentemente en actividad. Hasta el último día de
la vida uno tiene que tener pasión, nunca debe jubilarse de lo que le
gusta.
-¿Cada vez se le exige más al cerebro?
-No es que se le exija sino que al cerebro le hace bien la educación.
Educar protege el cerebro. Hoy desde la ciencia y desde la sociedad
sabemos que hasta el último día de nuestra vida vamos a tener que
aprender, reinventarnos. Se llama educación continua. Hoy no
concebimos ni a nivel cerebral, ni a nivel educativo, ni a nivel social
en forma internacional, que la educación tiene un período:
la educación es toda la vida.
-¿Es verdad, que el cerebro no distingue entre si visualiza algo 
y solo visualiza o si efectivamente sucede?
-El cerebro tiene que actuar rápidamente, con datos ambiguos.
A veces vos ves una imagen y no tenés todos los datos precisos.
El cerebro tiene que construir una realidad, o sea el primer mensaje
es el cerebro el que construye la realidad.
-¿Es la visualización?
-Exactamente. El cerebro crea la realidad y muchas veces no coincide
con la realidad. Porque el cerebro se maneja automáticamente, no
podemos racionalizar todo, ni interpretar todo. El cerebro va uniendo
datos de forma automática y muchas veces coincide con la realidad y
muchas veces no. Pero el cerebro crea la realidad.
-Entonces si nosotros visualizamos y vemos, se puede 
materializar eso…
-La realidad es lo que existe en nuestro cerebro. La realidad puede
ser una pero si nuestro cerebro la interpreta, puede ser otra. Eso
pasa con la psicosis o la gente con trastornos psiquiátricos: lo que
ven los pacientes es la realidad para ellos. Como la gente con
esquizofrenia que escucha sonidos que no están para vos y para
mí que no tenemos esa condición, para ellos esa realidad está.
El cerebro no tiene la posibilidad de racionalizar todo lo que ve.
El cerebro va construyendo la realidad permanentemente con la
información que tiene disponible y a veces coincide con la realidad y
a veces no.
-¿Cuánto usamos de nuestro cerebro? ¿Cuál sería el 
promedio?
-Usamos todo el cerebro. Hay un mito que dice que usamos el diez
por ciento, el que lo usa solo un diez por ciento es el que dijo eso
porque usamos todo el cerebro. Y tenemos que usarlo toda la vida,
como te dije antes, vida social, actividad mental, desafíos mentales,
ejercicio físico…
-¿Y cuánto conocemos del cerebro?
-En las últimas décadas hemos conocido más de lo que se conoció
en toda la historia de la humanidad, en miles de años. Pero
aprendimos partes. Hay un cuento que dice que varios ciegos o
gente vendada que tocan un elefante: uno toca la cola y cree que
es una víbora, otro le toca el lomo y piensa que es un muro, pero
nadie ve el elefante completo. Con esto pasa lo mismo, aprendimos
bastante de cómo tomamos decisiones, de las emociones, de la
memoria, aprendimos bastante del lenguaje, de la percepción, pero
 todavía no tenemos una teoría general sobre cómo funciona el cerebro.
-¿Usted cree que se podrá llegar a conocer en su totalidad?
-La pregunta es si los seres humanos vamos a ser capaces de
conocer nuestro cerebro. El cerebro es tan fascinante que es el único
órgano que intenta entenderse a sí mismo. No lo hace el hígado, ni el
 corazón, el cerebro sí. ¿Pero podrá el ser humano entender el
cerebro? Es un gran dilema. Un premio Nobel decía que era como
intentar saltar tirándose de los cordones. Los cordones se rompen
antes de poder sostener todo el peso. Se está avanzando, hay ayuda
para muchas enfermedades neurológicas, sabemos algunas cosas,
pero no tenemos una idea general de cómo funciona la mente.
-¿En qué momento le interesó investigar sobre el cerebro?
-Cuando entré en la UBA a estudiar medicina en el primer año de
 anatomía.  Primeros tres meses, miembros; segundos tres meses,
tórax y abdomen; y los últimos tres meses, neuroanatomía. Cuando
empecé a ver los cerebros en los preparados cadavéricos -esa masa
de un kilo y medio de esa persona que estaba muerta y pensaba-,
 en ese cerebro estaban los odios, los sueños, las ambiciones, las
frustraciones de ese ser humano. Y me pareció fascinante que en
ese órgano estuviera la historia de esa persona. Y pensé "quiero
estudiar esto". Ahí hice la ayudantía de anatomía. Y después hubo
algo que me impactó mucho: que nosotros aprendemos cuando algo
nos inspira, cuando algo nos motiva y cuando algo nos parece un
 ejemplo.
-¿Cuál fue su inspiración?
-Había una figura, Andrés Mascitti, que era un decano y profesor de
neuroanatomía formado en el exterior, investigador, comprometido
políticamente, un exiliado interno en la época de la dictadura que me
impactó mucho como persona.  Y me fui a trabajar con él. Durante
toda mi carrera de medicina hice investigación con él en
neuroanatomía. Cuando me recibí de médico tenía varias
investigaciones, y después me decidí por ser neurólogo y ahí empezó
mi formación en el exterior también.
-Usted dijo el otro día que uno es lo que lo emociona. ¿Y a 
qué lo emociona?
-La emoción puede ser alegría o tristeza. Pero a mí me emociona la 
desigualdad. No puedo ser feliz en lo personal, por más que me vaya 
bien en lo profesional, en lo social o en lo familiar, en una sociedad 
tan desigual como esta . Creo que nadie puede ser feliz. A mí me 
molesta, me irrita, me emociona no en positivo la desigualdad en 
nuestro país. Me parece que podríamos hacer mucho los argentinos 
de forma unida, por lo menos para que coman todos los chicos y 
sepan leer o hacer un cálculo matemático. Si hacemos eso, nuestra 
generación va a hacer una contribución similar a los que hizo la 
educación pública. Si logramos que se nutran bien los chicos, en un 
país que produce alimento para diez Argentinas, para 400 millones 
de personas…
-¿Y por qué cree que eso no pasa?
-Te voy a decir lo que creo desde la ciencia para entender por qué
no podemos ponernos de acuerdo los argentinos en dos o tres temas
básicos, más allá de nuestra opinión política. En nuestra vida desde
que somos chicos vamos formando esquemas mentales. Nuestro
cerebro se va moldeando con la gente que vivimos, que nos irrita o
nos alegra, con los vecinos, con lo que estudiamos, con los diarios
que leemos, con las vivencias que tenemos, con las frustraciones,
con lo que viajamos. Vos tenés esquemas mentales que construiste
en tu infancia y yo también, que nos permiten ver el mundo
rápidamente. Y lo que hacemos en la vida con estos esquemas
mentales es desechar lo que no coincide con nosotros, con lo que
opinamos, y tomar lo que coincide con los esquemas mentales.
-¿Vamos por la vida desechando?
-Vamos por la vida desechando lo que no coincide con lo que
pensamos. Por eso leemos los editoriales de los periodistas que ya
sabemos que van a decir lo que nosotros queremos, por eso a la
mañana leemos con más interés los diarios que coinciden con lo que
pensamos y por eso vemos la televisión que coincide con lo que
pensamos. Tenemos unos esquemas mentales moldeados, seteados.
-¿Existe la grieta?
-La verdadera grieta en la Argentina no es la política, es la que hay
entre tus hijos que pueden comer, ir a la escuela, y que esta noche
 pueden dormir tranquilos, y los chiquitos que no pueden comer bien
o dormir en forma cálida hoy. Esa es la verdad de la grieta.
-¿Acaso no existe la grieta intelectual?
-Ponele que la grieta intelectual exista, entonces cuando vos me
planteás la situación política y tenés otra visión que la mía, yo te estoy
mirando por educación pero no te estoy escuchando.  Estoy
pensando argumentos que van a contradecir y van a reforzar mi
posición para contradecir la tuya. Después me toca a mí hablar. Y
cuando yo hablo vos estás buscando cómo engancharme basado
en las creencias previas tuyas y buscando argumentos para fortalecer
tu opinión. Nadie se escucha.
-¿Acaso no existe la grieta intelectual?
-Ponele que la grieta intelectual exista, entonces cuando vos me
planteás la situación política y tenés otra visión que la mía, yo te
estoy mirando por educación pero no te estoy escuchando.  Estoy
pensando argumentos que van a contradecir y van a reforzar mi
posición para contradecir la tuya. Después me toca a mí hablar. Y
cuando yo hablo vos estás buscando cómo engancharme basado
en las creencias previas tuyas y buscando argumentos para
fortalecer tu opinión. Nadie se escucha.
-No hay diálogo.
-No hay diálogo porque a veces estos esquemas mentales no nos
permiten tener empatía. Como yo te irrito por todo lo que yo
represento de acuerdo a tu esquema mental, vos no ves nada
positivo en mí y yo no veo nada positivo en vos porque en mi
esquema mental representás todo lo que hace disonancia cognitiva
conmigo. En la Argentina deberíamos buscar tener más empatía.
Y decir: "Bueno, mirá, ella no opina como yo, no coincide con mi
esquema mental, pero voy a hacer un esfuerzo porque por ahí tiene
semillas de verdad". A nosotros nos faltan puentes.
-¿A quién le sirve la grieta?
-Puede servir para ganar elecciones pero no sirve para desarrollar
un país. Si hay una división tan grande, y no nos ponemos de
acuerdo, eso no va a cambiar la salud pública, o discutir en serio la
pobreza, o discutir la educación. ¿Cómo va a cambiar la educación
si la mitad de los docentes está de un lado de la grieta y la otra mitad
del otro lado, por más que tengan planes buenos? Necesitamos
 empatía. El contexto histórico puso a nuestra generación en un
 momento donde tenemos que unirnos en ciertos temas
 fundamentales: alimentación, educación, ciencia, tecnología.
-Siempre hubo rumores sobre una posible participación suya 
en política ¿Eso es algo que podría suceder a futuro?
-Tengo dos pasiones en mi vida: estudiar el cerebro humano y la
Argentina. Y yo creo que la política es una herramienta muy
importante para la transformación social. Estoy dispuesto a contribuir
con mi país. Estoy todos los días trabajando desde mi lugar como
científico, como médico, como educador. Recorro la Argentina para
tratar de convencer a cada argentino que si no invertimos en que los
chicos coman bien, en educación de calidad, en ciencia, innovación y
tecnología, por más que tengamos recursos naturales o créditos
externos, no vamos a tener un país que genere más riqueza, y no
vamos a poder distribuir la riqueza y no vamos a poder ser más
iguales.
-¿Y qué es lo que hay que hacer?
-Insisto: hay que invertir en la gente. El tema es que muchas veces
los argentinos creemos que hay que crecer en la economía y luego
eso va a derramar en la pobreza, en la salud, en la educación, en la
ciencia. Pero si no discutimos en serio la pobreza e invertimos ahora
en salud pública, en alimentar bien, en estimular cognitivamente en
los chicos, y en la gente, el crecimiento económico va a ser temporario.
Tuvimos muchos veranitos en la Argentina. Sin invertir en la gente no
va a haber crecimiento económico sustentable. Y mi rol ahora es
tratar de unir a los argentinos, bajar la grieta. Yo no estoy de ningún
lado de la grieta.
-¿Se autodefiniría como independiente?
-Estoy como independiente tratando de unir. Tengo mi corazoncito
radical, me formé con los valores del radicalismo. No milito, no tengo
ninguna pertenencia partidaria, vengo de un sector popular que se
benefició con la educación pública. Hoy estoy contribuyendo con mi
granito de arena para que los argentinos cedamos en la grieta,
intelectual o ideológica, aunque sea en dos o tres temas.
-¿Pero tiene la decisión de ponerle el cuerpo a la política?
-Hoy le pongo el cuerpo a la Argentina.
Fuente: infobae.com

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