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lunes, 28 de mayo de 2018

El hombre del brazo de oro: donó sangre durante seis décadas y salvó a más de dos millones de bebés

Print Friendly and PDFPor Amy B Wang

En 1951 un niño australiano de 14 años llamado James Harrison se despertó tras una operación de tórax de importancia. Los médicos le habían extirpado uno de sus pulmones en un procedimiento de varias horas que lo mantendría hospitalizado durante tres meses.



Harrison estaba vivo, en parte, gracias a una gran cantidad de 
sangre transfundida, según le explicó su padre. "Dijo que
había recibido 13 unidades de sangre y que me habían podido
salvar la vida gracias a la donación de personas desconocidas",
recordó Harrison a CNN décadas después.
En ese momento, las leyes de Australia exigían que los 
donantes de sangre tuvieran, al menos, 18 años. Pasarían
cuatro años antes de que Harrison fuera elegible, pero juró
entonces que él también se convertiría en donante de sangre
cuando fuera lo suficientemente mayor.

Después de cumplir 18 años, Harrison cumplió su palabra y donó
sangre regularmente mediante el Servicio de Sangre de la Cruz
Roja Australiana. No le gustaban las agujas, por lo que 
desviaba la mirada e intentaba ignorar el dolor cada vez 
que le insertaban una en el brazo.
Mientras tanto, los médicos en Australia luchaban por descubrir
por qué miles de embarazos en el país terminaban en abortos 
espontáneos, muerte fetal o defectos cerebrales en los 
bebés.
"En Australia, hasta aproximadamente 1967, literalmente miles
de bebés morían cada año sin que los médicos supieran por
qué. Fue horrible", le dijo a Gupta Jemma Falkenmire, del Servicio
de Sangre de la Cruz Roja Australiana. Resultó que los bebés
padecían la enfermedad hemolítica del recién nacido o HDN. La
afección ocurre con mayor frecuencia cuando una mujer con un
tipo de sangre Rh negativo queda embarazada con un bebé 
que tiene sangre Rh positivo, y la incompatibilidad hace 
que el cuerpo de la madre rechace los glóbulos rojos del 
feto.
Los médicos se dieron cuenta, sin embargo, de que podría ser
posible prevenir HDN inyectando a la mujer embarazada un 
tratamiento hecho con plasma donado con un anticuerpo
 raro.
Los investigadores buscaron en bancos de sangre para ver qué
personas podrían tener ese anticuerpo. Encontraron un donante
en New South Wales. Se llamaba James Harrison.
Para entonces Harrison había estado donando sangre 
completa durante más de una década. Confesó que no lo
pensó dos veces cuando los científicos se acercaron a preguntarle
si participaría en lo que se conocería como el programa Anti-D.
"Mi pidieron que fuera conejillo de Indias, y he estado 
donando desde entonces", dijo Harrison al Sydney Morning 
Herald.
En poco tiempo, los investigadores desarrollaron una inyección
llamada Anti-D que usa plasma de la sangre donada por Harrison. 
La primera dosis se le dio a una mujer embarazada en el 
Royal Prince Alfred Hospital en 1967, según Robyn Barlow,
el coordinador del programa Rh que encontró a Harrison.
Continuó donando durante más de 60 años y su plasma se ha
utilizado para producir millones de inyecciones Anti-D, según
 informaciones de la Cruz Roja. Debido a que alrededor del 
17% de las embarazadas en Australia requieren las 
inyecciones Anti-D, el servicio de sangre estima que 
Harrison ha ayudado a 2,4 millones de bebés en el país.
"Cada ampolla de Anti-D hecha en Australia tiene a James en
ella", comentó Barlow alSydney Morning Herald. "Ha salvado a
millones de bebés. Lloro solo de pensarlo".
Los científicos no saben todavía por qué el cuerpo de Harrison
produce naturalmente el raro anticuerpo, pero creen que está
relacionado con las transfusiones de sangre que recibió cuando 
era adolescente. A lo largo de las décadas, Harrison ignoró los 
elogios numerosos de sus viajes constantes al centro de 
donación de sangre desde su casa de Umina Beach, en la 
costa central de Nueva Gales del Sur.
Nunca consideró la posibilidad parar, tal y como contó al Daily 
Mail en 2010.
"Probablemente mi único talento es que puedo ser 
donante de sangre", ironizó a CNN en 2015, cuando la cadena
de televisión lo siguió mientras realizaba su donación 1.101.
Al llegar saludó a las enfermeras que lo conocían muy bien. Como 
siempre, miró hacia otro lado cuando insertaron la aguja, 
mientras sujetaba una pelota antiestrés naranja en su brazo 
derecho.
Cuando un periodista le preguntó si lo que estaba haciendo era
valiente, Harrison apretó los ojos y negó con la cabeza.
"Esa es la otra cosa rara sobre James", señaló Falkenmire a la
cadena. "Él piensa que sus donaciones son las mismas que 
las de cualquier otra persona. No cree que sea 
extraordinario".
Muchos otros piensan que Harrison es notable. En algún
momento del camino, tomó el apodo de "el hombre del brazo de
oro", junto a grandes y pequeños reconocimientos, de los 
cuales se destacan la Medalla de la Orden de Australia en
1999 y la portada de las páginas amarillas locales en 2013.
En 2003 llegó al Libro Guinness de los Récords.
Pero en las entrevistas Harrison ha dicho que la parte más 
gratificante de su compromiso inquebrantable de donar 
plasma ha sido por los bebés a los que ayudó a salvar, 
incluidos sus propios nietos.
"Decir que estoy orgulloso de James (mi padre) es insuficiente",
escribió la hija de Harrison, Tracey Mellowship, en Facebook el
mes pasado, señalando que había necesitado una inyección
anti-D en 1992, después del nacimiento de su primer hijo.
"Gracias a mi padre en 1995 di a luz a otro niño sano. 
Gracias, papá, por darme la oportunidad de tener dos hijos 
sanos, tus nietos".
Hace unos días Harrison hizo su último viaje al centro de donación
de sangre. A los 81 años, ya había superado el límite de 
edad permitido para los donantes, y el servicio de sangre 
había decidido que Harrison debería dejar de donar para
proteger su salud, según informó el Sydney Morning Herald.
Mientras Harrison se sentaba en la silla de donación, cuatro
globos plateados —con los números 1,1,7 y 3— se balanceaban
sobre él, representando las 1.173 donaciones que había hecho
a lo largo de su vida. Varios padres se habían presentado en 
el hospital para conmemorar la ocasión, con algunos de 
los bebés cuyas donaciones habían ayudado a salvar.
Barlow, el coordinador del programa Rh que había encontrado a
Harrison hace décadas, le dio un abrazo largo y emotivo.
"Nunca volveremos a ver a los de su clase", dijo Barlow al
Sydney Morning Herald. "Que él haya estado bien y en forma, y
 que sus venas sean lo suficientemente fuertes como para seguir
donando durante tanto tiempo es muy, muy raro".
Los funcionarios del servicio de sangre esperan que más
donantes de sangre den un paso al frente. Quizás haya otro 
James Harrison entre ellos. Actualmente, solo unos 200 
donantes califican para el programa Anti-D.
Harrison le dijo a la Cruz Roja que está ansioso por ver que
alguien supere su legado de 1.173 donaciones. "Espero que 
sea un récord que alguien rompa, porque significará que 
están dedicados a la causa", apuntó.
Fuente: infobae.com

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