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domingo, 9 de septiembre de 2012
Se acentúan los síntomas de autoritarismo en el Gobierno
Entre ser amada o ser temida, Cristina aspira a que la quieran, pero se siente más segura si le tienen miedo . Es un clásico de la conducta de los gobernantes, porque ser amado depende de la voluntad de los demás y en cambio ser temido no depende de nadie más que de uno mismo. En verdad, la Presidenta y sus escuderos más fieles han hecho del temor al castigo una expresión nítida de su política . Las admoniciones presidenciales están preñadas de advertencias a aquéllos que critican su gestión. Pero no sólo son advertencias: son el prólogo de acciones concretas. Ya lo dijo Maquiavelo: “Surge de esto una cuestión: si vale más ser amado que temido, o temido que amado. Nada mejor que ser ambas cosas a la vez; pero puesto que es difícil reunirlas y que siempre ha de faltar una, declaro que es más seguro ser temido que amado ”. Los rasgos de autoritarismo en el Gobierno aparecen cada vez con mayor nitidez. No es posible el debate ante la certeza absoluta construida para hablar de un mundo que tiene una sola explicación y es la que surge de la cúspide del poder , que es el depositario de la verdad y de la interpretación de la realidad. Esa coacción genera arbitrariedades que no pueden ser corregidas sin intervención de quien las tolera. Y es evidente que no hay decisión de hacerlo.
La desaparición de los límites entre el Estado y el aparato político oficia l se constata cotidianamente y es otro de los síntomas que configuran este perfil del Gobierno. La utilización de las herramientas del Estado como coerción política es una anomalía que se presenta como natural.
Quizá el ejemplo palmario sea la admisión de Axel Kicillof de que, por voluntad del poder, se podría fundir al empresario Paolo Rocca manipulando a la baja el precio de la chapa de acero. Tras esa declaración, Kicillof, uno de los enfant terrible del jacobinismo que deleita a la Presidenta, dijo que optaron por perdonarle la vida a Rocca a pesar “de que nos criticó” . La gravedad de esa amenaza ilustra la calidad democrática y los principios que animan al principal consejero presidencial casi tanto como la ausencia de una opinión sensata que corrigiera con firmeza esa boutade .
El uso ilimitado de esos recursos para sofocar cualquier crítica como una nueva policía política, la propaganda permanente y la búsqueda del manejo de los medios de comunicación para que funcionen en sintonía con la Casa Rosada, así como el avance en el control de toda la economía, forman un cóctel de rasgos autoritarios , cualquiera sean las razones que se usen para justificarlo.
Fuente: clarin.com
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