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miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿De qué populismo hablamos?

Print Friendly and PDFOPINIÓN de Carlos Maldonado


El populismo es un término referente al pueblo. Y, entre éste a la gente más humilde, en todo caso, la mayoría. Sin embargo, desde que empecé a escuchar el vocablo, son los ideólogos burgueses los que lo acuñaron para referirse a los gobiernos que estructuran políticas sociales para aliviar la pobreza y otros aspectos negativos derivados de ella, de las clases marginadas de la sociedad.
El término es utilizado peyorativamente por esos ideólogos para designar a alguien que con dichas políticas se hace del favor de la mayoría de un país, que en nuestro mundo, suelen ser los pobres. Comúnmente, se le suele endilgar a los gobiernos populares o socialistas esta forma de “engatusar” a los más desfavorecidos de la sociedad. Sin embargo, yo que he visto muchas cosas y analizado intenciones superfluas, son los gobernantes burgueses los más populistas. “Regando” migas en el suelo, bajo la mesa donde se sirven los grandes y suculentos manjares de los cuales su grupúsculo se atraca, mantienen el espejismo del interés por el prójimo a través de dichas migajas donde aquellos, por los cuales se rebalsan misericordiosamente esas sobras, se pelean. En pocas palabras, se hace de misericordioso cuando lo que realmente se utiliza es la necesidad de los otros para mantenerlos comiendo de la mano. Aparentar cambios para que no cambie nada.
Lo que más molesta a la burguesía populista es que algunos gobiernos a quienes ellos tachan de eso mismo, estructuren en sus planes de gobierno, políticas para aliviar las contradicciones y taras que el capitalismo ha creado, con el objetivo de extirparlas para siempre. Cosa que no se logra de la noche a la mañana pues las degeneraciones esas no solo son materiales sino mentales. ¿Cuántos ciudadanos no quisieran salir de su situación para encumbrarse sobre sus congéneres y explotarlos y humillarlos como ellos lo han sido por otros? ¿No quería Espartaco librarse de la esclavitud romana junto con sus seguidores para fundar un reino donde él fuera erigido en monarca? Por eso, lo que el Che decía con respecto a crear una nueva economía, tenía que pasar por crear una nueva mentalidad, un hombre nuevo. Cosa que muchas veces es soslayada por los revolucionarios, cuando debía ser lo central, lo primario.
Comienza entonces el ataque en los medios de manipulación al servicio de los oligarcas. De que éste o aquél gobernante es populista, lo cual la gente a quien se dirige el mensaje viciado, debe entender como engañador. Ejemplos claros, son los que mascullan a diario los “encargados” de descalificar y calumniar a gobiernos que se han erigido como democracias populares y/o socialistas alejados de la égida de Washington: Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y en cierta medida Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina.
El lenguaje utilizado en esos medios contra cualquiera de estos es el mismo: “las medidas populistas del presidente Hugo Chávez…. O, las de Daniel Ortega,… o, las de Cristina Fernández…”, etc. Cuando lo que han demostrado en la realidad, a pesar de su invisibilización por parte de esos medios, es que son políticas de Estado para rescatar a los más vulnerables de su sociedad del destino maldito de la desnutrición crónica, el analfabetismo, la insalubridad, para citar algunas de las grandes falencias que el capitalismo ha generado y sigue generando a través de siglos de explotación y expoliación de dichas sociedades.
Mientras tanto, los verdaderos populistas que son los de la derecha recalcitrante, con regalar láminas, camisetas, gorras, bolsas solidarias, creen haber resuelto los problemas ingentes de la mayoría de su población a quien gobiernan o gobernarán. Y, esto que no ha sido por un espíritu generoso, sino porque, como lo dijo claramente un aspirante a gobernar mi país, Guatemala, proveniente de las esferas de esa burguesía más preclara, al referirse a los Programas Sociales: “No son más que el mecanismo para frenar el descontento social que podía alimentar la revolución social mundial” (de los pobres). La frase parentética es mía para resaltar a quienes les tienen miedo realmente la clase dominante.
Ahora que Daniel Ortega ganó con el 62% las elecciones presidenciales en su natal Nicaragua, la grima de los representantes de la oligarquía se ha hecho presente, quienes aún no pueden entender cómo sus partidos por más financiamiento que reciben de los gringos no pudieron derrotar la decisión popular. Los mismos contendientes obtusos y despreciados por el pueblo, además de columnistas, periodistas, escritores de “izquierda” y derecha desesperados levitantes incorruptibles, todos corifeos del Imperio insolente y corrupto y, por supuesto, sus voceros oficiales, se lanzan a señalar que el triunfo del Frente Sandinista fue por medios fraudulentos, pero sin jamás presentar las pruebas contundentes que así respalden sus apreciaciones. Sino a través de arrebatos calumniadores, chismes, entresijos de “renombrados” personajes que escriben en las planas opinantes de sus medios, creen poder arrancar por la fuerza de la violencia lo que ahora con las mismas armas de la democracia burguesa, les han ido ganando el pueblo. Los más débiles, incultos y paupérrimos. Como diría Rubén Blades: “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.
Incluso el alboroto llega a términos trágicos como los cuatro muertos en la tierra de Sandino por la lengua de esos propagandistas imperiales, por lo que se les debería abrir investigación y proceso penal.
Pero, ¿por qué las medidas “populistas”, de parte de los gobiernos que han decidido caminar independientes de la Casa Blanca, les causa tanta picazón a las clases oligarcas? Pues, porque su tasa media de ganancia baja al tener a nivel nacional una mano de obra mejor calificada. Asimismo, la educación que reciben esos tantos pobres, que hoy podrían, en vez de ello, estar trabajando “tranquilos” sin acceso a esas ideas exóticas de igualdad y derecho, los hace potenciales demandantes de mayores servicios como salud y educación de calidad, bajo un plan de subsidio a los más marginados de la población, mientras se trabaja en la nivelación social que da la equidad. ¿No es lo que está pasando en Chile y en Colombia con sus estudiantes demandando educación pública gratuita? A eso le tienen pavor los “populistas” de la derechona que creían tener en las manos otro jugoso negocio con la venta de la vasta infraestructura educativa de esos países a la iniciativa privada, que no son más que sus familiares y amigos. Pero más que eso, al quedarse con la nariz chata al no poder llevar a cabo el “adoctrinamiento” de millones de mentes juveniles con respecto a sus recetas neoliberales y su domesticación individualista con el objetivo de crear enormes contingentes de trabajadores robotizados que no chisten en las empresas de otros de sus parientes y amigos.
Por eso, convencido estoy, que los populistas están en el lado de la derecha recalcitrante, caduca, añeja y psicópata que hoy gobierna el mundo. Esa que pretende que los trabajadores de Grecia, Italia, España, Portugal e Irlanda; esos que han creado la riqueza, sean los que sigan pagando los desmanes de sus vampiros especuladores quienes se refugian tras los trajes y las corbatas caras, mientras aquellos se quedan sin trabajo para poder llevar el pan a su mesa, se evaporan sus ahorros y quedan sin futuro al quedarse sin jubilaciones. Son esos populistas que ayer dijeron que Gadafi, por elevar el nivel de su pueblo hasta convertirlo en el más desarrollado del continente africano, tenía que morir al igual que su pueblo por el delito de barrer con sus empresas y bases militares y, enarbolar la bandera de la soberanía y la unidad africana. Ese fue el precio que tuvieron que pagar al ser reducidos a escombros sus ciudades y hogares y, por supuesto, muertos sus hijos por miles.
Son esos mismos populistas que creen que su asquerosa “democracia” es la mejor forma de gobierno y que para implantarla a la fuerza en los pueblos “atrasados” desean vehementemente masacrar al pueblo sirio hoy y mañana al iraní, para luego robarse descaradamente sus riquezas y recursos.
¿Será, entonces, populismo el de Cuba que lleva ayuda generosa y desinteresada a través de sus médicos y maestros de letras y deporte a cientos de rincones del globo a gente que nunca hubiera tenido la oportunidad de estar vivos, educados o ganar medallas en diferentes competencias como lo fueron los once atletas, preparados algunos de ellos por sus entrenadores? Esos que encumbraron a mi país en las últimas justas de los Juegos Panamericanos celebrados en Guadalajara, México.
¿Será populismo el de luchar contra la desnutrición crónica infantil a través de los programas de Hambre Cero o construcción de Vivienda Popular que han adoptado muchos gobiernos que la oligarquía imperial señala de populistas como son los de Bolivia, Venezuela, Brasil, Argentina?
¿Será populismo el arrebatar de los monopolios y oligopolios transnacionales los recursos naturales y energéticos y hacer que en función del medio ambiente y los pueblos, sean explotados racionalmente por sus gobiernos nacionales?
Un gobierno es populista cuando engaña a su pueblo al prometerle cosas que no cumplirá evidentemente. Así que los que no caen en esa categoría de mentirosos, simplemente no pueden ser catalogados así.
Por ejemplo, Tío Tom, que ahora es la cara visible del gobierno yanqui, prometió una mejor relación con el mundo en su discurso de toma de posesión donde expresó que la era del genocida Bush había terminado, sin embargo, su falsedad fue demostrada sin remilgos, al apoyar el golpe de estado contra un gobierno legítimo como el de Honduras y el intento contra el presidente Correa de Ecuador; la conspiración contra Libia que terminó con su destrucción y con el irracional genocidio contra su pueblo; el reconocimiento y protección a los terroristas entre ellos uno de los más malditos: Luis Posada Carriles. Mantener el criminal bloqueo contra Cuba por el delito de seguir firme en su decisión de ser soberana e independiente. El secuestro y encarcelamiento de los cinco patriotas cubanos cuyo delito fue desenmascarar y combatir a las bandas terroristas que pululan en Miami y que bajo el auspicio de la CIA, tienen planes constantes de agresión a la insurrecta Cuba, extendidos ahora contra Venezuela, Bolivia y Ecuador. Y, lo último, utilizando al ejército mercenario de la OTAN, sus planes son los de borrar del planeta al pueblo sirio y al pueblo iraní. Así como bloquear el reconocimiento a su existencia del valeroso e indomable pueblo palestino.
Ese populismo es de lo más acérrimo y más sanguinario. Ese que manejan las potencias imperiales del mundo con Estados Unidos a la cabeza.
Si populismo es ayudar al prójimo, velar por su vida y seguridad; dar de comer al hambriento, arropar al que tiene frío, visitar al enfermo y atenderlo. Consolar al triste y al preso, acoger a la viuda y al huérfano, al anciano y al pobre. Ese populismo de Cristo, de la Madre Teresa, de Gandhi, del Che, de Fidel, de Chávez. Por supuesto, que prefiero ese populismo. El otro, es una trama para despojar a los pobres de sus carencias, aprovecharse de sus debilidades. Por medio de la falsedad, robar y asesinar. Ese otro populismo es, por antonomasia, egoísta y superficial. Inhumano. Con esos populistas carroñeros ni a la esquina pues la iglesia está muy lejos.
 
Fuente: elmercuriodigital.net

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