PorJulio Cobos VICEPRESIDENTE DE LA NACION
No alcanza el crecimiento económico para solucionar los problemas de exclusión social. Hacen falta políticas de Estado sustentables que permitan superar los condicionamientos de la pobreza estructural y acceder al trabajo y al bienestar.
Mientras otros países y regiones atraviesan profundas dificultades económicas, déficit, desempleo y amenazas de default, las naciones de nuestra región debemos enfrentar otro tipo de problema, más complejo y estructural: la pobreza. El potencial regional es enorme, con características naturales y recursos humanos suficientes para liderar -junto a los países emergentes- el desarrollo de las naciones durante el siglo XXI, potencial que aún falta explotar.
Para realizar ese crecimiento “hacia fuera” previamente debemos erradicar a la pobreza , principal inconveniente que aqueja “hacia adentro” de nuestra región.
Resulta una simplificación pensar que la pobreza es solamente un problema de ingresos. Si así fuera bastaría con subsidios y planes asistenciales. Es estéril plantear si se gana 100 pesos más o menos, o si se está por sobre o por debajo de un índice.
Se es pobre cuando no se tiene lo indispensable para vivir con dignidad , y esto no es solamente no tener dinero; también es no poder acceder a una vivienda digna, no tener trabajo ni educación, no tener acceso a la salud, a servicios indispensables como agua potable, cloacas, gas natural. En síntesis, es estar “al margen”, “excluidos” de la sociedad ; sociedades que paradójicamente muestran sectores de altos ingresos y consumos, dejando en evidencia claras asimetrías y desigualdades.
La pobreza aparece asociada a una brecha muy significativa, tanto en el nivel de ingreso como en el de conocimiento, con la dificultad al acceso al mismo como su consecuencia más grave. Esto inevitablemente lleva a la marginalidad y su efecto más nocivo: no formar parte de una sociedad que hoy- más que nunca- demanda educación para conseguir trabajo, acceder a la múltiple oferta de información y a la toma de decisiones como ciudadanos .
Mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos es una estrategia efectiva para alejarlos de la pobreza y es la planificación estatal en forma conjunta con los demás sectores sociales lo que garantizará lograrlo. Si bien en las últimas décadas los países de la región consolidamos las democracias, es la pobreza el escollo más importante para la construcción de una ciudadanía emancipatoria . Hoy, la gran deuda es la situación de extrema pobreza de importantes sectores de nuestros habitantes.
Su reducción y eliminación requiere políticas de Estado sustentables en el tiempo. No tiene sentido que cada gobernante de turno proceda ensayando nuevas líneas de acción. No necesitamos ensayo-error, sino un análisis profundo de la realidad y de los recursos , del pensamiento reflexivo que se construye y mejora con el diálogo y el debate plural.
Sin una educación adecuada es muy difícil superar los condicionamientos de la pobreza estructural y acceder al trabajo y al bienestar. Las estadísticas muestran problemas tanto en el ingreso y permanencia en la escuela, como en la calidad de la enseñanza que se brinda a los sectores más vulnerables. Los jóvenes más pobres aprenden menos en la escuela que los sectores medios y altos, cuando ellos deberían recibir la mejor educación para superar esas desigualdades de origen.
La educación pública, gratuita y de calidad es la puerta de acceso a la superación de la exclusión y la movilidad social. Argentina tuvo en el siglo XX experiencias exitosas que permitieron a muchos que provenían de familias de escasos recursos -nietos de inmigrantes o hijos de obreros- acceder a una educación pública, gratuita y de excelencia. La educación es una condición para el desarrollo y bienestar, pero es una condición “condicionada” a la implementación de otras políticas vinculadas a la salud, la alimentación, la producción y el trabajo.
No alcanza el crecimiento económico para solucionar los problemas de exclusión social. Se puede crecer a un 8% anual, pero no necesariamente implica que recuperemos realmente un 8% de pobres y excluidos . Si el crecimiento económico no va acompañado de verdadero desarrollo, de distribución del ingreso, de incorporación de sectores marginales a la producción, al trabajo y fundamentalmente al bienestar, ese crecimiento no será sustentable.
Planificar el crecimiento, combatir en forma integral la pobreza y promover un desarrollo sustentable del hombre y su medio son algunos de los desafíos que debemos encarar. Debemos trabajar en forma conjunta para dar una mejor calidad de vida a cada uno de los hombres y mujeres que habitan nuestras naciones.
Fuente: clarin.com
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