Es sabido que el mejor lugar para que cualquier individuo pueda desarrollarse es en el seno de una familia y que las personas con discapacidad intelectual necesitan de cuidados especiales, pero principalmente de mucho amor.
Pero, ¿qué sucede cuando por algún motivo estas personas no pueden vivir con su familia de origen y quedan desamparadas? Ya sean recién nacidos, adolescentes o adultos, lo cierto es que encuentran serias dificultades para encontrar nuevas familias o instituciones que les brinden los cuidados que necesitan.Según datos estimativos del gobierno porteño, existen 2000 camas en la ciudad de Buenos Aires destinadas a pacientes con problemáticas mentales. La mitad de estos pacientes provienen de la provincia de Buenos Aires y el Tobar García es el único hospital especializado para niños y adolescentes, con sólo 60 camas y un promedio de internación de 45 a 60 días.
En el caso de lo menores, el juez analiza su situación particular y contempla si está en condiciones de ser adoptado, si es mejor tenerlo bajo el cuidado de una familia sustituta o enviarlo a un hogar. Según la legislación actual, que prioriza el desarrollo de los menores de edad en un seno familiar, la primera opción de los jueces siempre es buscar una familia adoptiva, pero lamentablemente son muy pocas las que están dispuestas a abrir sus puertas a estos chicos.
Las causas por las cuales una persona adulta con discapacidad mental necesita un lugar que lo contenga son variadas. Además del abandono familiar, también puede suceder que esos padres fallecen y no queda ningún otro familiar para hacerse cargo, o que la familia exista, pero que por la gravedad de su patología, esta persona necesite de cuidados médicos que obliguen a una internación.
Más allá de la falta de oferta de establecimientos de calidad por parte de los entes gubernamentales, cabe destacar la labor de numerosas organizaciones sociales que -aunque en pequeña escala- demuestran que es posible brindar nuevos hogares a estas personas necesitadas.
Iniciativas como las llevadas adelante por El Arca, el Instituto Pinep, la Fundación Nosotros, el Centro de Día Despertar, Seguir Creciendo o Amar, hacen realidad la capacidad transformadora del afecto y la vida familiar. Lejos de representar una solución masiva al problema, ponen el foco en la atención personalizada y en el desarrollo de las capacidades de sus habitantes.
Es de esperar que las autoridades repliquen exponencialmente el modelo integral y multidisciplinario de estas organizaciones para que cada vez sean más los espacios destinados a contener, de manera digna, a todas las personas con discapacidad intelectual.
Fuente: lanacion.com.ar
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