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lunes, 14 de marzo de 2011

Una puerta al estudio para niñas de la villa


Teodelina Basalvilbaso

Un hogar en Barracas nacido a partir de una experiencia religiosa. Cobija y estimula a que chicas llegadas desde países limítrofes continúen sus estudios y hasta logren alcanzar la universidad.
Atrás de un gran portón verde, en el barrio de Barracas, existe un hogar que brinda afecto, contención y educación integral a 40 niñas y adolescentes de bajos recursos. Los techos altos de la casona, los pisos de madera y los pasillos largos sirven de caja de resonancia para los sonidos y las voces que retumban desde el patio donde algunas de las chicas juegan al fútbol. Otras salen de bañarse con la toalla enroscada en la cabeza, tres alumnas hacen la tarea de matemática en el cuarto de estudio junto con la hermana Florencia y desde la cocina sube el aroma del estofado que prepara Miguelina, la cocinera.


Lo peculiar de esta casa es que las niñas no están judicializadas y siguen insertas en sus senos familiares. Las jóvenes tienen desde 4 hasta 19 años y residen allí solamente de lunes a viernes. Los fines de semana retornan a sus casas.

Las niñas provienen de Florencio Varela, Ciudad Oculta, villa 31, villa 21-24 y Villa Soldati, entre otros lugares. Un dato que llama la atención es que la mayoría pertenece a familias de inmigrantes paraguayos y bolivianos.

El hogar contiene a niñas que puedan sufrir un daño físico, psíquico o social por las condiciones desfavorables que las rodea o por estar atravesando una situación económica difícil en sus casas. "Nuestro objetivo es brindarles todas las herramientas para que las niñas puedan salir adelante, y para eso es clave el trabajo conjunto con su familia", cuenta Inés Figueroa, monja española encargada del lugar desde hace 12 años.

Después de muchos años de trabajo el hogar consiguió imponer un estilo y una identidad propios. "Al principio costó compaginar nuestros valores y nuestra formación religiosa con la cultura villera de las niñas, que muchas veces acarrean historias de vida complicada. Sin embargo, hemos logrado amalgamar una linda mezcla basada en el respeto, el entendimiento y el aprecio mutuo", dice Figueroa.

Katia tiene 16 años y está en el hogar desde hace ocho. "Cuando entré era terrible, pero aquí crecí y aprendí a respetar a las hermanas", dice. Además, cuenta que lo que más le gusta es estar con sus amigas y que se esfuerza en el colegio, ya que le gustaría en el futuro estudiar diseño gráfico.

El hogar surgió a partir de un desafío que el párroco Rómulo Puiggari, de la parroquia Nuestra Señora del Pilar, decidió afrontar. El Instituto Santa Felicitas becaba a alumnas de bajos recursos del interior del país que se alojaban como pupilas en un edificio contiguo al colegio. Pero por una crisis económica se malogró el proyecto. Fue así, en 1999, como la Fundación Parroquia Nuestra Señora del Pilar decidió asumir la responsabilidad del hogar desvinculado ya del instituto. Hoy, el hogar se sostiene a través de donaciones y aportes de extranjeros, y no recibe ningún tipo de ayuda estatal.

A las 5 de la tarde llegan las alumnas de la escuela y, luego de tomar la merienda, se preparan para realizar los deberes con ayuda de un grupo de voluntarios. Además, cuentan con diferentes actividades: cursos de formación en valores, talleres de manualidades, teatro, pintura, costura e incluso un taller de lectura de cuentos en una sala nueva a partir de la colaboración de la Fundación Leer. Este año, por un caso de extrema necesidad, se abrió una guardería que aloja a niñas de 4 años.

Con su estilo sobrio pero entrañable, Figueroa puntualiza que "es una alegría muy grande cuando las chicas crecen y obtienen logros. Ese es el caso de algunas que pasaron por el hogar y hoy tienen 24 años y llaman para contar cómo avanzan con sus estudios de medicina o diseño gráfico". Para estas alumnas que deciden continuar sus estudios después de la secundaria cuentan con una casita universitaria donde se las apoya tanto afectiva como económicamente.

Figueroa admite que no todos las adolescentes lo logran. "Es una lucha, muchas de las chicas quedan a mitad de camino. Sin embargo, después de 12 años, puedo asegurar que vale la pena. Es un proceso lento, pero que asegura cambios y mejoras."

Piden útiles y materiales de todo tipo, como carpetas, hojas de dibujo, regla, compás, tijeras y témperas. Para contactarse con el hogar se puede llamar al 4302-2242 o vía e-mail a hogarpilar@yahoo.com.ar.

Fuente: lanacion.com.ar

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