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Por Orlando Ferreres
En la explicación de un programa máster de una universidad nacional, la materia "Economía" se anuncia como la "ciencia que estudia la distribución" de los bienes y servicios.
Para muchos intelectuales de orientación progresista, se da por sentado que "la producción" la hacen los capitalistas de alguna manera, a los cuales hay que sacarles toda la "plusvalía" injusta mediante la "redistribución" y que ése es un objetivo importante del gobierno. Por eso es que en los diarios y revistas de esta orientación, la palabra mas apreciada es redistribuir. Un ejemplo de estos conceptos lo vimos en la crisis con el campo; en aquel momento se llegó a decir que a estos productores "hay que enseñarles la redistribución".
Es evidente que primero hay que producir para luego distribuir o redistribuir. Además, para producir, primero hay que invertir. Este capitulo es importante. Las reglas de la inversión en el mundo actual son:
1. La inversión se dirige a los países según el retorno que se pueda esperar, modificado por los riesgos de cambio de reglas del juego (impuestos, cierre de exportaciones, cierre de importación de insumos, expropiaciones, seguridad jurídica). Si en un país hay muchos riesgos, la inversión, para realizarse, tendrá que ofrecer un alto rendimiento. En los países estables (caso Chile) la tasa de retorno exigida a una inversión es mucho menor que en otros.
2. La distribución del valor agregado se realiza de acuerdo a las reglas del mercado, o sea, según la escasez relativa de los factores y su productividad. La parte que toma el Estado para cumplir con sus funciones indelegables (Educación, Justicia, Seguridad, Defensa y Estrategia del país) debe ser predecible.
3. La redistribución, o sea, la parte que toma el Estado para socorrer a desempleados o marginados o victimas de catástrofes, debe ser subsidiaria y acotada en el tiempo. La solución para el desempleo y la marginalidad es mejor educación y mayor nivel de inversiones.
4. Los gastos públicos totales del país deben ser sustentables considerando el ciclo económico, es decir, los gastos se deben cubrir con los recursos genuinos tanto en la época buena de recaudación como en la mala, sin expropiaciones de las diversas reservas con que cuente el país (para pagos de jubilaciones futuras o para fluctuaciones de los términos del intercambio) y sin recurrir al impuesto inflacionario o entrar en atraso en el pago de salarios o en default de la deuda pública.
Si lográramos invertir una gran parte del valor agregado, como China que actualmente destina el 42% de su valor agregado a la inversión y crece al 11% anual, nuestros problemas se solucionarían en poco tiempo. También la Argentina entre 1880 y 1914 invirtió un 40 % del valor agregado y produjo el despegue del país pero luego perdió el rumbo, sobre todo a partir el golpe de estado de 1930, y no lo volvió a encontrar hasta el momento.
Ahora bien, si antes de producir queremos ya redistribuir la torta, quizá lo podamos hacer contando con la inversión efectuada hasta ese momento e incluso podríamos crecer algo por mayor demanda. Sin embargo, con el tiempo, por falta de incentivos para la inversión, en lugar de distribuir una torta vamos a distribuir un alfajorcito relativo a otros países, que es lo que viene pasando desde hace mucho tiempo. De ese modo sentiremos la frustración de no tener perspectivas ni un proyecto en común y muchos decidirán irse a España o a Estados Unidos, como en el pasado, hasta que allí ya no los vean muy bien, tal como pasa ahora.
En octubre hay que votar por el candidato que mejor aclare los cuatro puntos de la inversión y que nos diga de qué manera va a hacer un uso eficiente de los recursos que obtenga del sector dinámico y productivo, trasladados al Estado en forma compulsiva ( por impuestos), para la redistribución. El mejor uso es desde ya la educación concreta, es decir, la que resulta en un conocimiento elevado de todos los chicos y medido por evaluaciones internacionales.
Fuente: lanacion.com.ar
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