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por Valeria Musse
LA PLATA.- Hace 20 años, Sara Gómez decidió poner su granito de arena y colaborar con sus vecinos más humildes del barrio Hernández:
el comedor Los Pirulines proporcionaba la copa de leche a los más pequeños; pero el deterioro económico de la población y la falta de educación modificó obligadamente aquel primer objetivo y hoy se alimentan allí unas 200 personas.
"Me interesaba lo social y veía que crecían las necesidades de la gente", contó esta entrerriana que desde que se radicó en La Plata, en 1989, pensó en ayudar a sus vecinos.
La fundadora adquirió un terreno lindero a su casa y, sin demorarse un minuto, comenzó con su sueño solidario. Sin embargo, su ayuda no alcanzaba a cubrir las crecientes carencias de la gente. En los terrenos baldíos cercanos, por ejemplo, comenzaba a instalarse un nuevo asentamiento y la mayoría de sus ocupantes no tenía ni tiene trabajo, o, si lo tiene, es muy precario.
La labor de Sara Gómez permitió la integración de la comunidad. En el lugar colaboran vecinas que asisten en la cocina y preparan las viandas diarias para los lugareños con más problemas económicos y de salud. A cambio, también reciben su ración.
Sara explicó a LA NACION que, si bien el salón comedor es bastante amplio y cuenta con capacidad para albergar a las 18 familias (45 beneficiarios) para las que se prepara la cena, ella prefiere que se lleven los alimentos a sus hogares para incentivar la comida entre los integrantes del grupo y, así, reforzar los vínculos.
El resto de los habitantes ayudados por Los Pirulines recibe quincenalmente un bolsón con variedad de comida, proporcionado por el Ministerio de Desarrollo de la Nación.
Para los chicos, la hora más esperada es la de la merienda. Desaliñados, agitados tras haber jugado a la pelota, decenas de chicos se acercan al galpón para tomar un vaso de leche, acompañado con bizcochuelo, galletitas u otra colación. Las caritas sonrientes y los "bigotes" blancos son una alegría para Sara, pero no le es fácil lograrla: el programa bonaerense Eva Perón le abona al comedor $ 1108 mensuales para abastecer a 25 chicos; pero hoy asisten a Los Pirulines unos 60 menores.
En 1997, el comedor se constituyó legalmente como una ONG y, además de brindar asistencia alimentaria a niños y adultos (200 en total), colabora con el desarrollo y capacitación de los vecinos del barrio Hernández. Uno de los mayores problemas de esa población es la falta de educación. Por eso, en 2000, Sara decidió implementar una escuela primaria para adultos.
El trabajo de Sara es arduo, y ella lo sabe. Sus seis hijos le sugieren que ya es hora de que se ocupe de ella y que descanse. "Pero ¿quién va a seguir?", se pregunta, mientras se pone al tanto de los próximos cursos que se llevarán a cabo en la asociación.
La asistencia del comedor no deja de lado el cuidado de la salud. Gracias a un convenio con la Facultad de Odontología de La Plata, Sara dispuso que un sector del salón funcione como un consultorio donde los estudiantes puedan atender a grandes y niños del vecindario. Si el caso lo requiere, se deriva al paciente al hospital.
Además de necesitar alimentos no perecederos, útiles escolares y vestimenta, el comedor requiere la ayuda de voluntarios que puedan contener a los chicos de entre 6 y 12 años con clases de apoyo escolar y actividades recreativas para alejarlos de la calle. Para colaborar con ellos, llamar al (0221) 4846793.
Fuente: lanacion.com.ar
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