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Por Rosendo Fraga
El desempleo de los jóvenes ha sido señalado como una de las causas que han precipitado las rebeliones en el mundo árabe.
Estas se tratan de un fenómeno complejo, en el que han convergido: la protesta de los sectores populares por el incremento en el precio de los alimentos -de acuerdo a la UN su precio en enero de 2011 ha sido el más alto en 20 años desde que se lo mide internacionalmente; el reclamo de democracia de los sectores medios e intelectuales; y el accionar del fundamentalismo islámico, que busca hacerse del poder desplazando a regimenes contrarios al terrorismo.
El nivel de pobreza en un país como Egipto, donde los alimentos aumentaron su precio 24% en 2010, alcanza al 40%. Entre los jóvenes es algo mayor y lo mismo sucede con el desempleo. Uno de cada cuatro jóvenes no estudia ni trabaja y ello puede explicar su participación en las protestas, aunque esta situación viene desde hace décadas. Jóvenes Encolerizados Revolucionarios, es la denominación que se autoadjudicaron y recién el 5 de febrero, crearon una Conducción Unificada buscando dar cierta organización a sus acciones.
El extremo de este problema en el mundo árabe es la Franja de Gaza donde la mitad de los jóvenes hoy no estudian ni trabajan.
En el otro extremo del mundo en materia de desarrollo, en Europa, se da un fenómeno similar. Por la crisis económica que afecta al continente, en España, el desempleo llega al 44% en los jóvenes; en Lituania, al 35%; en Grecia llega al 33%; y en Eslovaquia es del 37%. Se trata de los países que han sufrido más severamente la crisis. En cambio, en Alemania, donde el promedio de desempleo es de sólo 7,6% entre los jóvenes. Es más alto, pero alcanza a sólo 8,6%. En el caso del Reino Unido, el 20% de los jóvenes -uno de cada cinco- se encuentra hoy desempleado.
Pero la situación más crítica en perspectiva es que está creciendo el porcentaje de los jóvenes que ya no estudian ni trabajan, es decir, han quedado fuera del sistema. En Italia son el 16% y en España, el 15%.
Se trata así de un fenómeno globalizado, que se da tanto en el mundo desarrollado como en el emergente y el no desarrollado.
En América latina, el desempleo juvenil también es un tema relevante. No sólo es más alto el desempleo en los jóvenes, sino que el trabajo informal también es mayor entre ellos, siendo significativo el porcentaje de jóvenes que ni estudian ni trabajan, es decir que están inactivos.
Siendo América latina la región del mundo con mayor desigualdad y con la tasa de homicidios más alta -la región tiene 8,5% de la población mundial y 30% del total de homicidios-, el impacto del desempleo juvenil sobre la inseguridad pública es importante, cuando se incrementa la participación de los jóvenes el delito. Ello explica por qué la baja de la edad de la imputabilidad penal es un tema en debate dada la creciente participación de los menores en la comisión de actos delictivos.
En el caso argentino, las mismas cifras oficiales del Indec indican que uno de cada cuatro jóvenes entre los 15 y los 29 años no estudia ni trabaja. Desde otra perspectiva, sólo uno de cada cuatro jóvenes tiene un trabajo formal -en la población mayor lo tiene uno de cada dos-; otro está inactivo -como se mencionó-; y los otros dos estudian, tienen trabajo informal o están desempleados, es decir que buscan trabajo y no encuentran.
El segmento de los jóvenes inactivos es crucial, porque implica que se está generando una población totalmente fuera del sistema laboral y educativo.
Pero cabe reiterar que es un fenómeno mundial. Como se dijo, está en esta situación el 20% de los jóvenes argentinos; el 25% de los egipcios; el 50% de los que habitan la Franja de Gaza; el 16% de los italianos; y el 15% de los españoles. Se trata de un fenómeno social globalizado que está detrás de conflictos tan diversos como la rebelión en Egipto y el debate sobre la baja de la edad para la imputabilidad penal en la Argentina.
El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
Fuente: lanacion.com.ar
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