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Por Rocío Fernández
Justo donde termina la calle Clavarino y se choca con un pequeño riachuelo que lleva...
por nombre Arroyo Gaitán, está ubicado el comedor que lleva por nombre Merendero de los Chicos del Arroyo Gaitán.
Esta zona pertenece al Barrio San Francisco, específicamente está ubicado en medio de los barrios La Tablita I y II.
El paisaje que lo rodea es el construido por cientos de familias que viven en situación de pobreza. Precarias viviendas, algunas de material y otras realizadas a base de madera costanera, chapas oxidadas, nylon y cartón componen el panorama de casillas y ranchitos que rodean al Merendero.
En este contexto en el que el denominador común es la carencia se mantiene en pie desde hace unos diez años este comedor que hoy alimenta a unos 80 chicos de la zona.
En sus inicios fue de chapa, luego se lograron levantar las paredes de material. Hoy cuenta con ventanas, puerta, cielorraso, una heladera, cocina y horno pizzero gracias al empuje y a la solidaridad de una de sus creadoras y quien hoy lo mantiene en pie, Teresa Bogao.
Teresa vive justo enfrente al amplio salón merendero y, gracias al apoyo de su familia y de la comunidad, cada fin de semana puede abrir las puertas del comedor para alimentar a los cerca de 80 chicos que asisten a buscar un palto de comida.
Estos niños, de todas las edades, provienen de familias muy humildes. Padres changarines, ayudantes en obras o albañiles en su gran mayoría y madres que deben cuidar a sus hijos sin poder salir a buscar un trabajo estable, hacen que llegado el fin de semana el plato de comida que les brinda Teresa se transforme en un bien muy preciado.
En el comedor los chicos no solo reciben el almuerzo los sábados y domingo sino que también se les entrega un litro de leche por familia, “por lo menos para que tengan asegurada una taza de leche de tarde o a la noche, ya que para muchos la leche que acá les damos es la cena”, detalló a EL ARGENTINO la vecina de La Tablita.
El merendero
Este espacio de contención está ubicado sobre la calle Misiones, a media cuadra de Clavarino, justo por donde pasa el Arroyo Gaitán.
Como ya se mencionó la responsable y creadora de este espacio es Teresa Bogao. Se trata de una vecina del San Francisco que tiene un profundo compromiso social y un gran amor por los “gurises del barrio”, en los que no deja de pensar ni un solo segundo de su vida.
El Merendero funciona desde hace unos diez años, gracias a la voluntad y la perseverancia de Teresa y de su familia, que la apoya y ayuda en esta responsabilidad que ha tomado y que por nada del mundo piensa abandonar.
Pero ¿cómo surge el proyecto de un Merendero en un barrio en el que todos los vecinos están en la misma situación de vulnerabilidad y pobreza? Según relató Teresa “la idea surgió de un grupo de madres del Barrio San Francisco que se juntó allá por el año 2000, entre las que estaba yo y que queríamos saber cómo estaba el barrio? Puntualmente queríamos saber si había hambre en el barrio”, puntualizó la creadora del salón.
Con esta inquietud varias madres comenzaron a recorrer la zona y tomaron conciencia de la pobreza y el hambre con la que convivían a diario. Como se acercaba el Día del Niño decidieron hacer una fiestita en el fondo de donde hoy está ubicado el Salón del Merendero y fue a partir de la realidad que vieron ese día que decidieron dar la leche en aquel entonces a los chicos. Comenzaron en un espacio construido con cuatro chapas. Salieron a juntar alimentos, leche y juguetes para esa fiestita en particular y Teresa ya no pudo despegarse más del compromiso adquirido para con los gurises de la zona.
“Cuando vimos las necesidades y el hambre que tenían esos chicos yo me quise morir. A partir de ese día no pude dejar de pensar en ellos jamás”, reflexiona Teresa.
Es que Teresa es una mujer sencilla, humilde que con palabras simples pero muy claras relata la dura realidad con la que convive y de la que decidió hacerse cargo desde ya hace diez años.
Fue a partir de esa primera experiencia que decidieron continuar haciendo una merienda cada sábado, que es cuando no funcionan los comedores escolares y un almuerzo los domingos.
En realidad Teresa y el merendero no reciben fondos ni subsidio de nadie, solo funcionan con la colaboración desinteresada de la comunidad de Gualeguaychú y algunos comercios.
En sus comienzos el merendero funcionaba en la casa de un vecino, que vivía sobre calle Clavarino, pero con el tiempo y el desgaste que estos compromisos acarrean fue quedando solo Teresa. Algún tiempo en su casa y luego en un terreno que al poco tiempo el Municipio le donó se las arreglaba para que “los gurises tuvieran su plato de comida”.
Actualmente el merendero cuenta con un amplio salón, que recientemente fue pintado de un tono verde manzana. En las ventanas las cortinas de diferentes colores protegen el ingreso del sol en el verano.
Hoy concurren entre 50 y 80 chicos. No se trata de un número fijo ya que en ocasiones han llegado a ser más de cien y en otras a penas superan los 40.
“Los días sábados no vienen tantos nenes como vienen los domingos a almorzar”, detalla Teresa y explica “el sábado me recorro casi toda la ciudad para saber qué les voy a cocinar el domingo”. A esto suman la leche que adquieren de donaciones y que ella se encarga de repartir por familias.
Este Merendero que comenzó con cuatro chapas, gracias al apoyo del marido de Teresa que es albañil, hoy es un confortable espacio donde cada fin de semana muchos chicos se van satisfechos. Adentro del merendero la calidez y el amor suplantan todo tipo de lujos… Angostos tablones, en los que cabe un solo plato, son las mesas de los chico.
“La idea es conseguir tablones más anchos porque muchas veces se les caen los platos de lo angosto que son”, comenta resiganada Teresa.
Clases de apoyo
Hasta hace un tiempo en el Merendero se daban clases de apoyo escolar. Un grupo de chicos se dedicaban a ayudar a los chicos con sus tareas escolares, pero desde hace un tiempo que no lo están haciendo más.
“Desde hace un tiempo los chicos no están viniendo más a dar las clases de apoyo”, detalló Teresa. “Ahora estamos viendo de qué manera conseguimos gente que nos de una mano con esto. Porque hay muchos chicos que están flojos y realmente necesitan ayuda y los padres y nosotros no sabemos cómo ayudarlos”, se lamenta la creadora del merendero quien teme que los chicos y más que nada los más grandes terminen abandonando la escuela.
Los chicos del Gaitán necesitan:
- Alimentos no perecederos para los almuerzos de los sábados y domingos. O alimentos frescos que se los acerquen el fin de semana.
- Aceite, azúcar y jugos para preparar.
- Leche.
- Tablones, mesas o cualquier tipo de mueble.
- Libros de cuentos y juegos para hacer una Biblioteca para el verano.
- Alguien que pueda acercarse, al menos una vez por semana, a brindar clases de apoyo escolar a los chicos.
- Ropa y juguetes.
Para llevar las donaciones pueden dirigirse al merendero los fines de semana a las 12 en punto se les da el almuerzo a los chicos. O a la casa de Teresa, ubicada en Misiones a media cuadra de Clavarino. Frente a su casa está el salón merendero. El teléfono de Teresa es 430301. También puede acercar donaciones al diario EL ARGENTINO (9 de Julio y Luis N. Palma) o llamar a los teléfonos: 426164/ 427027, internos 23 ó 24.
El Dato
El grupo de Scouts Ceferino Namuncurá realizó ayer la colecta “Una tarde Santa” a través de la cual los chicos scout, de entre 7 y 11 años, regalaron estampitas de Santos a los vecinos de la ciudad y éstos podían colaboraron con algún dulce o comestible.
Este año la colecta se hizo para el merendero comedor “Los chicos de arroyo Gaitán”.
> Fuente: diarioelargentino.com.ar
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