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lunes, 11 de octubre de 2010

Educación para conseguir un trabajo en el mundo del 2020

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Por Orlando Ferreres

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¿Puede un país desarrollarse sin una excelente educación, sin una gran inversión en capital humano?
¿O alcanza sólo con un barniz educativo que no diferencia entre el que se esfuerza por estudiar y el que no lo hace? Es evidente que un país no puede desarrollarse sin educación, por eso a muchas personas dedicadas a la economía les preocupa el tema educativo como una precondición para que un país funcione bien. Un alto nivel educativo es necesario no sólo para que la economía progrese, sino también para alcanzar un mayor grado de participación democrática y de respeto por los otros, en otras palabras, un mayor nivel de vida y mejor institucionalidad. Sin educación no hay casi nada en el corto plazo y no hay nada en el largo plazo.

En el pasado hemos hecho un gran esfuerzo como país para enseñar a leer y escribir, y el analfabetismo bajó enormemente: era del 78,24 % de la población en el censo de 1869 y ahora está en el 2,61 % de la población según el último censo de 2001 . Fue una reducción extraordinaria.

Calidad

Ahora bien, en un mundo globalizado y tecnificado y mucho más complejo que el siglo XIX y gran parte del XX, ¿es suficiente con saber leer y escribir para considerarse alfabetizado? Creo que con saber leer y escribir solamente, hoy no alcanza. Sólo en lenguaje hay que saber tres: castellano, idioma extranjero y computación. Por otro lado, además de saber leer hay que dedicar tiempo para entender este mundo y para poder trabajar y vivir cómodo en él.

En los exámenes internacionales en los cuales nos comparamos con lo que saben otros chicos de la misma edad que viven en otros países hemos quedado en los últimos puestos, lo que prueba que saber leer y escribir no es suficiente. Necesitamos una revolución en la educación, un impulso arrollador como el de Sarmiento en su momento. La educación es una vocación, una llamada, no una burocracia o un gremio que lucha básicamente por cobrar más y trabajar menos (habría un 40 % de ausentismo docente en la provincia de Buenos Aires). Desde ese ángulo no va a venir la solución. Perfeccionando la vela no vamos a descubrir la electricidad.

Una anécdota puede ilustrar lo quiero decir. Para una charla que tuve que dar hace un tiempo en San Miguel, en el conurbano bonaerense, llegué por error una hora antes. Entonces fui a dar una recorrida por la ciudad, a eso de las seis y media de la tarde. En un momento dado, observé por unos diez minutos una gran cantidad de chicos y chicas, quizás 500 o más, entrando por varias puertas a un edificio bastante grande. Me acerqué al encargado y le pregunté si había alguna fiesta. No, me dijo," vienen a la academia de computación". Y entonces pensé ¿Cómo un privado lo puede hacer? ¿Qué hace la escuela pública, qué enseña la escuela pública para que estos chicos tengan que venir a pagar aquí para aprender lo necesario para en el futuro poder conseguir un trabajo en una fábrica o a una oficina? ¿Una vez que cumplen con el horario diario de la educación oficial, tienen que estudiar lo necesario en otro lado para manejarse en la realidad laboral?". Quizá por eso muchos chicos del conurbano dejan de ir a la escuela. Esperemos que la distribución de laptops que inició el gobierno continúe alcanzando a todos los chicos del primario y secundario como está ocurriendo en Uruguay.

Es necesario que la escuela pública (y la privada también) enseñen para el futuro no para el pasado. Según cifras oficiales hay unos 550.000 adolescentes (otros calculan 900.000) en el conurbano bonaerense de 15 a 19 años que ni estudian ni trabajan. Aparentemente, la escuela no logra entusiasmarlos o integrarlos. No podemos dejar eso así, requerimos hacer un esfuerzo extraordinario para superar este desastre educativo. El año pasado ya dedicamos recursos económicos a la educación y cultura por un monto equivalente al 7,1 % del PBI, cifra nunca lograda en los últimos 30 años en nuestro país. Ahora falta lograr calidad educativa.

"El que quiere el fin quiere los medios", dice una famosa regla. Si nuestro fin es mejorar, tener un mejor nivel de vida en su sentido amplio, necesitamos querer el medio para lograrlo: la educación, siempre más educación de calidad. Y para ello requerimos los mejores maestros y maestras del mundo. No se logra nada sin un gran esfuerzo educativo, pero ese esfuerzo no es sólo económico. Se requiere un fervor educativo como el de Sarmiento para revertir el desastre de la calidad de la enseñanza primaria y secundaria.

Fuente: lanacion.com.ar

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