Por Domingo Schiavoni
La consigna propagandística del gobierno, en el sentido de mejorar la distribución de la riqueza mediante una política social de la renta pública, que se meneó con tanta insistencia durante la guerra del gobierno contra el campo, ha demostrado no ser para nada una política de Estado ni un programa consistente de gobierno, como se intentó hacer creer para emparentarla con la justicia social del peronismo. Fue una mera etiqueta publicitaria, teniendo en cuenta los datos actuales de la realidad.
En efecto, un interesante estudio estadístico realizado por la agencia de noticias Infancia Hoy avisa que cada vez es mayor la brecha entre los hogares ricos y los pobres, que cada vez se agiganta el ejército de los marginados y los excluidos, y que se acrecienta día a día la nueva clase social de los míseros, de los que nada tienen, ni siquiera dónde caerse vivos. La pretensiosa reedición de la sociedad igualitaria peronista, con su capitalismo autocentrado y su sociedad de clases, naufragó en la utopía de dos gobiernos absolutamente ineptos para concretar esas tareas que resultaban imprescindibles para la reconstrucción nacional y ávidos de corrupción. En siete años de promesas vanas no existe una sólida burguesía nacional, la clase media sigue siendo una mera memoria de la bonanza de la posguerra, los trabajadores se convirtieron en piketeros funcionales a la política de confrontación, porque no se reabrió ninguna fábrica, y ya nunca volverán a su condición de clase obrera, y los resortes básicos de la economía siguen ligados a la extranjería y al capital ultraconcentrado.
Según la agencia, sólo la ciudad de Pilar, en el conurbano bonaerense, es un claro ejemplo de la ostentanción y la pobreza argentina. Un informe elaborado por el Instituto de Estudios de la Realidad de América Latina (IERAL) evidencia que la desigualdad entre las distintas regiones argentinas “persiste” a pesar de la proclamada y engañosa mejora en la distribución del ingreso. Los especialistas indicaron además que “los datos muestran que para corregir la brecha regional se necesita avanzar en infraestructura, formalización del empleo privado y capacitación”.
Según dicho informe, la sustancial desigualdad entre regiones “se ha reducido sólo marginalmente” en los últimos años: “las zonas urbanas más ricas siguen teniendo ingresos per cápita cuatro veces superiores a las más pobres”. La entidad reconoció que “la desigualdad de ingresos entre regiones es muy amplia en la Argentina” y refirió que el ingreso per cápita familiar en los “ciudades más ricas, tales como la Ciudad de Buenos Aires, Ushuaia y Río Gallegos, es cerca del doble de la media del país. En el caso de los más pobres, como Formosa o Santiago del Estero, los ingresos alcanzan el 50% de la media”. Los técnicos estadísticos afirman que “es notorio” que algunas ciudades no han mejorado sus datos en el período mencionado y en ese punto mencionan a las regiones más desiguales, como Tucumán, Posadas y Corrientes, donde no existen cambios respecto del 2004.
“Un factor común del análisis de la desigualdad es la informalidad”, hay una “correlación notoria entre la desigualdad y la tasa de informalidad”, aseguran.
La semana pasada, datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos corroboraron que la informalidad es una de las materias pendientes. Por ejemplo, en el Gran Rosario casi el 40% de los trabajadores está en negro según los registros oficiales. Según indicaron, “para reducir las brechas regionales hace falta compensar los factores que afectan conjuntamente la baja generación de empleo formal privado, el bajo nivel de ingresos y la alta desigualdad”.
La entidad señaló que mientras que las áreas más ricas tienen ingresos per cápita cuatro veces más elevados que las áreas pobres, los hogares ricos de un conglomerado urbano tienen en promedio ingresos veinte veces superiores a los más pobres del mismo. En este sentido, recomendó que invertir en infraestructura con sentido federal se corresponde con una “política igualitaria” y expresó que “en cualquier caso, la desigualdad entre regiones explica una proporción baja de la desigualdad total de ingresos: es la desigualdad en el interior de los aglomerados, entre hogares ricos y pobres, lo que genera la inequidad total y, además, la responsable de su evolución”.
Con relación a este gravísimo drama, el de la tecnología como base para la autogestión laboral y el trabajo formal, que el gobierno no desconoce aunque sí oculta, lanzó un reciente programa para dotar de computadores personales a escolares y escuelas, pero sin un programa y una capacitación adecuada de quienes van a dirigirlo. La Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) emitió un informe enfocado a evaluar el acceso a Internet y el desempeño académico de sus efectores. Marcela Cristini, economista de la Fundación y coautora del trabajo junto a Guillermo Bermúdez, explica que las autoridades, para elaborar este estudio, utilizaron como base los datos del Operativo Nacional de Evaluación (ONE) -realizado por la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa, dependiente del Ministerio de Educación- para estimar el impacto que tiene la presencia de computadoras y e Internet en el hogar y en la escuela sobre los resultados de las pruebas de matemática y lengua, en nivel secundario.
Argentina, según ese análisis, es un país en desarrollo de ingreso medio según la comparación internacional. Pese a las crisis macroeconómicas, mantiene una población con buen grado de educación: el analfabetismo ha sido prácticamente eliminado y la tasa bruta de escolaridad total alcanzó el 90% en 2005, un 10 por ciento por encima del promedio latinoamericano y apenas 3 puntos por debajo de los EE.UU., o del promedio de Europa occidental. Pero desafortunadamente, las instituciones que han promovido la igualdad de oportunidades han sido sometidas a un grave deterioro. La educación pública ha sido severamente afectada y los programas elegidos para reestablecerla no han dado los resultados esperados.
Los estudios previos del impacto académico de Internet para varios países mostraron una modesta influencia. Hasta algunos expertos llegaron a postular su escaso efecto. Ésto contrasta con la percepción general de que la alfabetización informática es una habilidad básica en el mercado laboral y una herramienta útil. La Argentina ha lanzado iniciativas y programas para mejorar el acceso a las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación) en la escuela y en el hogar desde fines de los ’90, aunque con un ritmo muy lento.
Las estimaciones de FIEL sugieren que hay un espacio para un impacto positivo de las nuevas tecnologías en el proceso de aprendizaje, y que los estudiantes podrían beneficiarse con una mejor coordinación de las iniciativas para promover el acceso. Internet es un recurso poderoso y, en el caso de la Argentina, un interesante medio para compensar los obstáculos en el logro de una efectiva igualdad de oportunidades.
En un estudio previo, FIEL mostró que las bibliotecas hogareñas han sido claves en la promoción educativa de los niños, sin importar su origen socioeconómico. En este documento han comparado el acceso de los estudiantes a las TIC con la existencia de bibliotecas en el hogar, alentando una rápida diseminación de las nuevas TIC a los estudiantes.
En cuanto al rendimiento en ellos, tener una computadora personal y acceso a Internet en el hogar se asocia con un puntaje superior al promedio. Algo mejor todavía que el acceso a computadora e Internet en la escuela. Los resultados en las pruebas de matemáticas resultan más altos para los varones. Los resultados son inferiores al promedio en el caso de los alumnos repitentes. La disponibilidad y uso de computadoras e Internet en el hogar muestra un resultado algo superior al promedio, similar al impacto de una biblioteca de más de 100 volúmenes en el hogar.
Las estimaciones de FIEL sugieren fuertemente que las TIC tienen un impacto en el proceso de aprendizaje de matemáticas, que este proceso continúa en el hogar y excede las diferencias del entorno familiar de los estudiantes. La presencia de computadora y acceso a Internet en el hogar equivale a la presencia de una biblioteca de 50 a 100 volúmenes. En la Argentina, una buena biblioteca en la casa ha sido tradicionalmente asociada con la búsqueda de buenos niveles de educación para los niños.
Los resultados en lengua son muy similares a los obtenidos en el caso de las pruebas de matemáticas, sumándose como información adicional que las estudiantes mujeres tienen un mejor desempeño en esta materia. El impacto de los indicadores asociados al nivel socioeconómico es inferior cuando se lo compara con el caso de los resultados de matemática y el nivel educativo de los padres resulta más importante. La presencia de una biblioteca en el hogar es un factor más significativo en el caso de lengua que en el de matemática. La presencia de computadora y acceso a Internet en el hogar tiene un impacto ligeramente inferior.
Fuente: diarioparonama.com
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