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viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidad, revelación de la vida

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Por HÉCTOR AGUER (*)


La fiesta de Navidad celebra como una buena noticia, como una gran alegría para la humanidad toda, el...
 nacimiento de Jesús, Mesías de Israel y Salvador Universal. ¿Cuál es el significado de ese acontecimiento que marca el centro culminante de la historia? Dios, en la persona de Jesús ha venido a nuestro encuentro, se nos ha hecho hermano y compañero de camino para conducirnos a él, en cumplimiento de un designio eterno. Procedemos de Dios, nuestro creador, y estamos destinados a alcanzar en él nuestra plenitud; él es nuestro fin, más allá de la frontera del tiempo y de la muerte. En la Navidad se nos manifiesta el amor de Dios, que ha enviado a su Hijo para adoptarnos como hijos e introducirnos en una misteriosa intimidad de vida con él. Profesando su fe en Jesucristo, la Iglesia ha expresado así este hecho que asume, purifica y eleva la condición humana: por nosotros los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre.

Se hizo hombre: recorrió desde el origen el itinerario de la existencia humana. El Hijo eterno del Padre fue un embrión humano formado virginalmente en María por la acción sobrenatural del Espíritu Santo (he aquí el misterio de la encarnación). Fue un niño por nacer, y así reveló la dignidad incomparable de la vida humana. Vino a darnos la Vida divina, que supera inmensamente las dimensiones de la existencia terrena, y al hacerlo subrayó la grandeza y el valor de la vida humana, destinada a la eternidad. En razón de su principio y de su fin, y por su relación con la encarnación de Dios, el segmento breve y frágil de nuestra vida temporal adquiere en cierto modo una cualidad sagrada: es un bien del cual no se puede disponer a voluntad -propia o ajena-; debe ser defendido y cuidado como un tesoro.


Este Evangelio de la vida puede hallar eco en el corazón de cada persona, aun de los no creyentes, si está abierta con sinceridad a la verdad y al bien. En efecto, podemos descubrir el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término natural y reconocer en consecuencia el derecho inviolable de cada ser humano a ver respetado este bien primario, fundamental. Además, actualmente no se puede dudar que la ciencia avala, con evidencia incontrastable, que la vida personal del ser humano se inicia en el instante de la concepción. La Academia Nacional de Medicina declaró que en el momento de la fecundación, la unión de los pronúcleos femenino y masculino da lugar a un nuevo ser con una individualidad cromosómica y una carga genética proveniente de sus progenitores; y si no se interrumpe esta evolución autónoma, llegará al nacimiento. Asomarnos al subyugante proceso que da origen a la vida humana produce una impresión de asombro mayúsculo, de verdadero estupor. El célebre genetista Jérôme Lejeune, descubridor del síndrome de Down, describió en pormenor el desarrollo del embrión unicelular en sus primeros días y el crecimiento continuo de un hombrecito minúsculo que a los dos meses de existencia, cuando mide poco más de tres centímetros, está casi terminado; se podrían leer incluso las líneas de la mano y hasta descifrar sus huellas digitales.

Los atentados actuales contra la vida naciente parecen ignorar las certezas científicas y las consecuencias jurídicas de las mismas, que llevan a robustecer el derecho primordial del "nascituro" como fundamento de todos los derechos humanos. Lamentablemente, se extiende en los ámbitos políticos una opinión favorable a la legalización del aborto. Por otra parte, no se advierte que la promoción de la procreación artificial, bajo el eufemismo de fecundación asistida, implica el descarte y el congelamiento de embriones, como si fueran elementos de laboratorio. Además, no se quiere reconocer el efecto directa o potencialmente abortivo de la mayoría de los anticonceptivos. Todas estas iniciativas inmorales son sostenidas por fuertes intereses económicos. A estos signos de desprecio de la vida se suma el escándalo de la desnutrición infantil, realidad intolerable en un país que produce nutrientes para cientos de millones de personas.

¿Cómo lucirá este año el pesebre navideño en la Argentina? Mientras María y José, como siempre, velan por el Niño, mientras se acercan a adorarlo los pastores y van llegando de lejos los magos con sus dones, cerca de allí, en su palacio, urde planes de muerte el cruel Herodes.

(*) Arzobispo de La Plata
Fuente: eldia.com.ar

1 comentario:

  1. Recordemos que la fiesta es por la NATIVIDAD de Jesús y que nos permite festejarlo en familia y entre amigos, para eso Él ha nacido para que estemos todos juntos... entendiéndolo así te digo "FELIZ NAVIDAD"

    Saludos rituales, Bocha.

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