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martes, 8 de septiembre de 2015

“El sistema de salud reproduce todas nuestras inequidades sociales”

Print Friendly and PDFA Fondo: Javier Vilosio, Médico .Claudio Martyniuk

Tenemos un serio problema de inequidad en nuestro sistema sanitario. Y Javier Vilosio, un médico que ha estudiado la salud pública argentina, es consciente de la gravedad de las fallas presentes en el acceso a los servicios y en su calidad.
Esas diferencias injustificables registran un alto costo: Vilosio señala que dañan la salud y causan sufrimientos evitables para muchas personas. Los más pobres, las minorías étnicas, las mujeres, los niños y los ancianos son los más afectados. El acceso a los servicios de salud es un derecho de las personas, pero como no existen servicios de salud gratuitos – Vilosio recuerda que “las personas siempre lo pagamos, de una u otra forma” — es necesario que los recursos se usen con eficiencia y transparencia. Los desafíos son múltiples, desde la infraestructura y el servicio hospitalario, a la prevención y también la atención al envejecimiento poblacional, algo que, para Vilosio, “requiere diseñar dispositivos asistenciales nuevos, avanzando a formas de organización más vinculadas a la comunidad que a los muros hospitalarios”.
¿Nuestra salud pública es el reflejo de la cultura política dominante? 
La organización de nuestro sistema de salud es el producto de los avatares políticos de los últimos tres cuartos de siglo. La promesa de una cobertura en salud universal e igualitaria, que arrancó con Ramón Carrillo, en 1946, se vio frustrada por la propia dinámica política del peronismo. El desarrollo de la seguridad social en salud, impulsada por Perón, adquirió un perfil distintivo cuando el sindicalismo recibió el manejo de los fondos de las obras sociales de manos de un Onganía jaqueado por los sindicatos combativos de entonces. Cuando los líderes sindicales optaron por volcar esos enormes recursos a la compra de servicios en el sector privado se consolidó un modelo de “tres patas”: la oferta de servicios estatales, la de las obras sociales y los privados. Desde entonces, los recursos financieros de las obras sociales se constituyeron en objeto de negociación entre el poder político de turno y el poder sindical. Hay que sumar un federalismo anémico, el cual, con otros condicionantes, ha contribuido al deterioro del servicio de salud.
¿Cómo se relaciona la política sanitaria con la política social? ¿Hoy nuestro sistema reafirma desigualdades o da un sostén igualitario?
La política sanitaria es un aspecto de las políticas que tienen que ver con el bienestar de las personas. Lamentablemente, el sistema de salud reproduce las inequidades sociales que afectan al país. Algunos consumen servicios de salud que ni necesitan, mientras que muchos no pueden obtener lo básico.  
¿Qué oportunidades perdimos para reformar el sistema sanitario?
La primera fue la de Carrillo, que pensaba en un modelo universal financiado por impuestos. Perón lo apoyaba, pero –fiel a su estilo, y en función de su necesidad de consolidar su base política- también impulsaba y promovía el desarrollo de la seguridad social a través de los sindicatos, y además respaldaba el accionar de su esposa a través de la Fundación Eva Perón, que desarrollaba sus propios proyectos en materia de salud. Con Illia (1963), el ministro Oñativia planteó una reforma profunda en la fiscalización, producción y comercialización de medicamentos, una cuestión fundamental para el financiamiento del sistema y sus resultados sanitarios. La debilidad política del Presidente facilitó el golpe de 1966, y lo legislado en esta materia se derogó inmediatamente. En 1973, el peronismo propuso el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), un intento de integrar el financiamiento y los servicios de salud. En aquellos años se dirimía a tiros y bombazos la puja entre derecha e izquierda peronistas. Ganó la derecha y Perón murió pronto. El SNIS, boicoteado por el poder sindical, había muerto un poco antes. Para Alfonsín existían dos grandes grupos de poder fáctico a doblegar: los militares y los sindicatos. Su ministro, Aldo Neri, propuso el Sistema Nacional del Seguro de Salud (SNSS, un seguro nacional con la participación de las obras sociales no totalmente controladas por los sindicatos) mientras el Gobierno promovía profundos cambios en el funcionamiento de los gremios. Trece paros generales fueron la respuesta de la CGT peronista. Tras años de idas y venidas, el SNSS se aprobó, pero en una versión muy diferente al proyecto original.  
¿Qué se puede hacer hoy? 
Es necesario integrar los recursos en un programa bajo reglas de juego que cuenten con un gran consenso. Un plan que contemple la coyuntura, el mediano y el largo plazo. Todos los sectores que hoy existen pueden encontrar su lugar bajo reglas claras, formuladas como política de Estado, preservando el financiamiento de las necesidades coyunturales del poder político de turno y de las pujas con el poder sindical. Pero el deterioro de las instituciones republicanas atenta contra el éxito de cualquier intento de reforma. El problema, entonces, va mucho más allá de lo estrictamente sanitario y no se resuelve sólo con una ley de salud.
Javier Vilosio Médico (UBA) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE), Profesor de Medicina (USAL) y Profesor de Salud Pública (Instituto Universitario del Hospital Italiano). Fue Subsecretario de Programas de Prevención y Promoción de la Salud del Ministerio de Salud de la Nación. Es autor del libro “Oportunidades perdidas. Notas sobre política y reforma sanitaria en Argentina” (Del Hospital ediciones, 2014).
Fuente: clarin.com

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