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martes, 7 de julio de 2015

¿Es verdaderamente universal el sistema de salud?

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Debates: políticas sociales, asignaturas pendientes .Francisco J. López

El sistema de salud argentino es el más universal de América Latina. Esta es una idea compartida con orgullo por muchos compatriotas, al punto tal que, incluso en esta época de efervescencia de las ideas reivindicatorias de derechos, la cuestión del acceso a la atención en salud no constituye una demanda social ampliada y no forma parte del debate político. 
El sistema de salud argentino tiene elementos que parecen inspirados en diferentes visiones ideológico/políticas. El sector estatal, financiado por impuestos y con infraestructura propia, semeja al sistema nacional de salud británico. Por su parte, el sistema de obras sociales que se financia a partir de los aportes de trabajadores y empleadores, se parece al alemán y al francés. Luego, el sistema privado con fines de lucro, se rige por la lógica de mercado, modelo del cual es arquetípico el sistema estadounidense. Puesto que todos los habitantes deben pagar tributos al Estado, el sector estatal es el único componente de acceso universal del sistema de salud. 
Desde un punto de vista integral, se advierte que el sistema de salud argentino no se comporta como un sistema, ya que el acceso a la salud está directamente condicionado por el nivel socio-económico y el lugar donde se vive. Existen tres subsistemas que atienden a poblaciones diferentes con diferentes coberturas tanto en cantidad como en calidad, sea en la atención clínica como en la administración del acceso a los servicios. A esto se refieren los estudiosos en la materia cuando nos cuentan la “novedad” de que el nuestro es un sistema segmentado, fragmentado y estratificado según la capacidad de compra de los usuarios. Lo cierto es que la organización del sistema representa una puja de intereses de larga data en la que quedan atrapados ciudadanos que tienen una visión acotada de lo que realmente está en juego. 
Esta brecha de desigualdad en el acceso a la salud parece esconder una visión neoliberal o libertaria de la justicia distributiva, que naturaliza la desigualdad en la riqueza, el poder o las oportunidades. Para ellos la desigualdad se debe a las diferencias de talentos, a determinados rasgos del carácter como la voluntad, o la personalidad. También es atribuida al azar, a lo que Nozick denomina “lotería natural” (en donde se puede entrever una alusión a los genes), lo que en términos darwinianos sería, la supervivencia del más apto.
Una ley de reciente promulgación, no solo no corrigió esta tendencia sino que legitimó lo que estaba ocurriendo entre las sombras. Bajo el eufemismo de “planes superadores” promueve una concentración cada vez mayor del financiamiento del sistema en el sector privado al permitir que las prepagas administren la salud de los afiliados a las obras sociales, pero a expensas de desarticular el modelo de solidaridad, llevándose consigo los aportes de los pacientes con mayor poder adquisitivo y/ó menos expuestos al riesgo de enfermar. Esta privatización progresiva de la salud también expresa el deterioro del sistema de obras sociales y del sector público, que puede también responder a la misma política.
Esto es justamente lo que los libertarios desean, que el Estado no se entrometa en el libre juego del mercado de la salud. Como si los que recurren a la medicina prepaga lo hicieran a partir de una libre elección entre opciones de atención de la salud igualmente válidas, de la misma manera en la que compran otros servicios o bienes que solo el mercado puede ofrecer. 
No solo anteponen el principio de libertad al de igualdad de oportunidades, los libertarios esperan más del Estado. Pretenden que éste se ponga al servicio del mercado. Este es el tipo de Estado (o de gobierno) que estatiza deudas privadas, o salva a los bancos luego de las crisis macroeconómicas que el mismo sistema financiero provoca. La no implementación de la Ley del Seguro Nacional de Salud promulgada en los ‘80, que buscaba asegurar los derechos a la atención de la salud integrando población y recursos del sistema, da cuenta de ese acuerdo implícito sobre un conjunto de premisas de valor respecto de lo que es correcto o no lo es, sobre lo que está bien o mal, sobre lo que es justo o injusto, en relación con la asignación de los beneficios y de las cargas entre los miembros de una sociedad.
Francisco J. López es médico. Magister en Ciencias Sociales y de Salud.
Fuente: clarin.com

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