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domingo, 3 de julio de 2011

Motores de cambio: Líderes comunitarios

Print Friendly and PDFNacieron, como tantos argentinos, en contextos vulnerables. A fuerza de trabajo y vocación se convirtieron en referentes de su barrio, y hoy llevan adelante iniciativas sociales que mejoran la calidad de vida de los vecinos.
Son hijos de las entrañas de una comunidad que nunca más los dejó partir. En sus infancias patearon descalzos y despreocupados las mismas calles que hoy transitan con el paso ligero propio de aquellos que buscan anticipar las carencias y -si su utopismo se los permite- erradicarlas.
Se criaron en contextos donde las calles eran de tierra, donde las panzas crujían más de la cuenta y donde el fantasma de no llegar a fin de mes se paseaba sin tapujos. Pero lejos de renegar de su origen, ellos se arremangan todos los días para mejorar la calidad de vida de sus vecinos y demostrar con hechos que, cuando se les dan oportunidades, las personas más vulnerables hacen lo imposible por mejorar su horizonte.
Aun cuando en la distribución de comodidades, saberes y posibilidades de crecimiento no fueron los más favorecidos, ellos lograron torcer su destino y convertirse en líderes comunitarios que llevan adelante proyectos sociales que embellecen su entorno.
Edith Irahola emerge de entre una montaña de chicos en la sede de la organización Amigos de Casa de Galilea, a unas cuadras de La Cava, en San Isidro. Ese barrio en el que se instalaron sus padres cuando decidieron cruzar la frontera desde Bolivia para apostar por una vida mejor, hoy se transformó en la materia prima sobre la que pone en práctica todas sus energías de superación. Casi sin buscarlo, Edith se convirtió en una referente para cientos de familias que no se quieren dejar abatir por las ráfagas de violencia, inseguridad y abuso de drogas que azotan la villa.
"Cuando uno es chico las situaciones del barrio le parecen naturales porque ahí todos son pares. Pero vivir en el barrio cuando tomás contacto con otras realidades no es fácil porque ahí se produce inevitablemente un quiebre", dice esta mujer de 38 años, vestida con la misma simpleza que la caracteriza.Para Edith, ese quiebre se produjo cuando empezó a estudiar para ser trabajadora social en la UBA.
Está convencida de que cada experiencia vivida va marcando un camino en el devenir de una persona. Para ella, el punto de inflexión en su destino fue tomar contacto con la realidad de los chicos y las madres del barrio, a partir de que empezó a dar catequesis en la parroquia de La Cava durante su juventud. "De alguna manera esta experiencia encendió mi deseo de adquirir herramientas para poder mejorar la situación de las personas del barrio y buscar soluciones", cuenta Edith, actual coordinadora de programas de Amigos de Casa de Galilea. entidad que busca fortalecer los vínculos familiares y las capacidades de las personas.
Un día, el padre Aníbal y Alejo Fernández Mouján le ofrecieron empezar a colaborar en el comedor comunitario de la villa con la esperanza de que pudiera mejorar la dinámica que implicaba darle de comer a 250 personas todos los días. "La idea era replantear lo que se podía hacer en ese espacio y ahí se empezó a gestar la semilla de Casa de Galilea. Empezamos a armar foros con los vecinos para ver cuáles eran las principales necesidades que tenían, y salieron temas como la basura en los pasillos, la indocumentación y las enfermedades", relata Edith.
Ante el dilema de por dónde empezar, la respuesta lógica fue por llenar las aulas de chicos. A partir de diversas actividades deportivas y recreativas se propusieron elevar su autoestima para que continuaran con la escuela, dando nacimiento al Centro de Atención y Desarrollo.
El objetivo principal de la organización era que allí los vecinos encontraran un lugar que les fuera cercano, en el que encontrasen a alguien que los pudiese escuchar y así empezar una relación de confianza. Y ahí estaba siempre Edith con una oreja y una sonrisa dispuesta, pero además ella era alguien que entendía de sus padecimientos, que los había vivido en carne propia o al menos los había visto en la casa de al lado.
Pero Edith nunca quiso centralizar el liderazgo en su persona. Entendió que esa química que había logrado entablar con la gente tenía que ser trasladada a la organización, sumando otros referentes del barrio. "La propuesta fue que hubiese gente del barrio trabajando además de los profesionales, para generar un equilibrio entre los que conocen a las personas y los que tienen herramientas. En el mejor de los casos, esas dos características se juntaban y por eso uno de mis objetivos fue identificar a otras personas del barrio que se estaban formando como yo para que nos ayudasen a hacer circular la información o para llegar a más familias necesitadas. De hecho, hoy tenemos un operador barrial en cada uno de nuestros proyectos", agrega Edith.
De todas las cosas que aprendió en el permanente desafío de servir a los demás, Edith destaca el trabajar en red para sumar personas de diferentes perfiles, el hecho de que es posible desarrollar capacidades en cualquier contexto y que frente a nuevas realidades hace falta buscar nuevas soluciones. "Es fundamental que las personas sientan que ellas mismas pueden modificar su situación, que es posible a partir de la confianza en el otro y en uno mismo. Las familias a veces tienen diferentes tiempos de maduración, pero podemos observar que se producen cambios positivos en su confianza, en sus potencialidades, y ese es nuestro motor", resume Edith, mientras un grupo de madres la espera, respetuosamente, para recibir su sabio consejo.

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Bilma Acuña carga con un semblante triste que le pesa todos los días de su vida. Desde que en 2001 mataron a su hijo David, de 16 años, por ser testigo presencial de un homicidio perpetrado por un grupo de narcotraficantes de Ciudad Oculta, su vida dio un vuelco y nunca más volvió a ser la de antes.
Para ese entonces Bilma ya se había convertido en una referente del barrio al intentar dar respuesta al hambre en la villa, allá por 1993, cuando nacieron las ollas populares. Junto a un grupo de vecinos dio nacimiento al Centro Integral Comunitario En-Haccore donde se asiste a 300 personas por día brindándoles almuerzo, merienda y cena.
"El chico que le disparó a mi hijo fue condenado por los dos homicidios pero yo además me propuse que la suya no iba a ser una muerte más. Ahí me puse a trabajar con mucha fuerza en la lucha contra el paco",cuenta Bilma, sentada en lo que fue su antigua casa, y hoy es la sede de la Asociación Civil David Echegaray (en honor a su hijo) fundada en el año 2002 con el objetivo de promover la defensa integral de los derechos de niños y adolescentes y la asistencia a sus familias.
Allí también funciona la Red de Madres en Lucha Contra el Consumo de Paco donde, desde el año 2003, Bilma junto a otras madres hicieron visible el gravísimo problema de la venta de drogas instalado en el corazón de los barrios populares.

Bilma - de 49 años y madre de 6 hijos - de joven estuvo involucrada con la Iglesia Católica y empezó a tener contacto con jóvenes que consumían. A partir de la muerte de su hijo, se abocó de lleno a intentar que ningún otro chico sufriera la misma suerte. Para conseguirlo, sintió que tenía que ir a la raíz del problema: la venta. "En el 2003 empezamos con las denuncias, nos confrontamos con el poder policial y con los que vendían. En 2005 conseguimos la primera condena a un narcotraficante y esto se hizo público gracias a los medios de comunicación", señala Bilma, cuya principal preocupación siempre fue brindar contención a las madres que llegaban desesperadas sin saber cómo manejar la adicción de sus hijos. Fue así que la Asociación Civil David y la Red de Madres se convirtieron en uno de los primeros centros de atención, derivación, contención y acompañamiento de personas adictas, donde muchas madres acuden en busca de ayuda.
"Todas las familias estamos afectadas por el tema del consumo y la violencia en el barrio pero la madre que engendró al joven adicto es la que más sufre", explica Bilma, que después de mucha insistencia consiguió que en la ciudad de Buenos Aires se abrieran tres Centros de Atención que no dan abasto: Casa Flores, Casa Puerta y Casa Faro.
"Estamos pidiendo un lugar de emergencia a dónde los chicos puedan ir después de las 5 de la tarde, se les realice una evaluación y se los derive al lugar que corresponda", reclama Bilma, escoltada por una de sus hijas que es una permanente colaboradora de su cruzada.
Actualmente son 30 las madres comprometidas con la causa. Muchas de ellas siguen causas, otras acompañan a los chicos a internarse, y todas están siempre disponibles para abrazar a cualquier madre que llega buscando respuestas.
"Hoy en día estamos concentradas en la prevención porque creemos que sin demanda no hay consumo. Para evitar que los chicos estén parados en las esquinas generamos espacios deportivos y talleres en donde se sientan escuchados y entiendan que la droga no es la respuesta a sus problemas", cuenta Bilma, quien ha rescatado a varios chicos de la muerte, muchos de los cuales hoy son voluntarios de la organización. "Lo que hacen falta son profesionales que estén dispuestos a darles oportunidades laborales a estos jóvenes que quieren seguir adelante con sus vidas", señala Bilma, que pone cuerpo y alma para salvar todas las vidas que sean posible, aunque sean pocas, y sentir que de esa forma está honrando la memoria de su hijo.

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Alfredo "Fredy" Pérez no se conformó con ser un productor rural más en Faimallá, un pueblo tucumano de 40.000 habitantes.
Además de seguir con el negocio familiar de producción de cañas y horticulturas, se erigió en un referente local de las microfinanzas que hoy otorga microcréditos a 600 emprendedores locales y administra una cartera activa de $1,6 millones.
Terminó el secundario con orientación en comercio y luego de un intento fallido en Ciencias Económicas en la Facultad de Tucumán, se dio cuenta que no podía darle la espalda al campo y puso de lleno a trabajar con su padre.
Así fue como se integró al Centro de Empresarios de Faimallá (Cefam), una entidad que reúne a comerciantes, productores agrícolas y prestadores de servicios para contribuir al desarrollo local.
Como consecuencia de la crisis del 2001, la mayoría de los pequeños productores y comerciantes de la comunidad se quedaron de un día para el otro sin acceso a fuentes de financiamiento formales. "Desde que asumí la presidencia del Cefam en el 2003 iniciamos un proyecto para conseguir fondos para financiar a nuestros productores. Nos pusimos en contacto con el Foncap que nos dio $50.000 para empezar con un programa de microcréditos", recuerda Fredy..
Los montos de los préstamos fluctúan entre $500 y $10.000 dependiendo de la actividad y el número de renovación de crédito y tienen un porcentaje de devolución del 98% "Somos una comunidad chica y la gente nos conoce. Saben que cuando pagan al otro día vienen y les damos el crédito", dice Fredy, orgulloso de contar que hay personas que están tomando crédito desde 2005 y que el 84% de la cartera consiste en renovaciones.
La gran mayoría de los créditos están destinados a capital de trabajo y herramientas: máquinas de coser, heladeras y balanzas, entre otras. "Sabemos que un porcentaje va a cubrir los gastos de las familias como el inicio de clases, la ropa de los chicos o alguna mejora en la vivienda. De esta forma también estamos contribuyendo a que de alguna manera están elevando su calidad de vida", agrega Fredy.
Impulsivo y acostumbrado a tomar posición, Fredy cree que su transparencia y coherencia son los dos rasgos principales que lo han llevado a ganarse el respeto y la confianza de los vecinos. "También es fundamental la independencia", sostiene este hombre que en unos años tiene intenciones de aplicar toda su experiencia en un espacio provincial, con más participación gremial.

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Fue la chica rebelde de su barrio. Durante su niñez tuvo serios problemas de conducta y de adaptación, pero encontró en el Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza, el lugar en dónde poder canalizar toda esa energía explosiva por una buena causa.
"Desde muy pequeña tuve inquietudes sociales y me rebelaba contra la discriminación. Cuando tenía 15 años empecé a dar apoyo escolar a chicos del barrio, me los llevaba a casa y les enseñaba a leer y escribir", cuenta Silvia Flores, oriunda del barrio San Carlos, en Isidro Casanovas, en el partido de La Matanza.
Pero más allá de su efervecencia adolescente y su inclinación natural a la justicia social, la esencia de Silvia estuvo inevitablemente marcada por la trayectoria social y política de su padre: Toty Flores. Referente del Movimiento de Trabajadores Desocupados MTD La Matanza, que se ganó el odio de muchos y la admiración de tantos otros, cuando rechazó los planes sociales por defender el derecho a un trabajo digno. Es fundador del Centro para la Educación y Formación de Cultura Comunitaria y de la Cooperativa "Barrio la Juanita". Actualmente es diputado nacional bonaerense por la Coalición Cívica y acaba de anunciar su postulación para senador con el mismo partido.
"Al principio aceptar que mi viejo era desocupado me daba mucha vergüenza. Yo empecé a participar de los espacios del Movimiento pero no me animaba a contarle a mis amigos. Hoy siento que ser hija de Toty es una enorme responsabilidad y también un gran orgullo", explica Silvia, hoy con 30 años y que desde 2007 asumió la dirección de la Cooperativa "Barrio La Juanita".
Movilizada por las carencias del barrio y su euforia voraz por hacer trabajo de campo, Silvia se empezó a formar como líder, se capacitó y buscó herramientas para conseguir una transformación social a través de la contención educativa.
Una vez que se sintió preparada, se puso a trabajar con los padres cuyos hijos iban al jardín maternal "Crecer en Libertad Oscar Alvarado", una de las tantas iniciativas de la Cooperativa La Juanita. Hoy en día, esta idea que parecía imposible, se transformó en Jardín de Infantes con sala de 2, 3, 4 y 5 y recientemente inauguraron el primer grado, con un total de 100 alumnos.
"Los chicos más problemáticos son los que reciben más atención en nuestra escuela con el objetivo de que esa realidad se pueda transformar. Cuando se le brinda un poco de apoyo las cosas cambian", cuenta Silvia, que además de su rol directivo en la Cooperativa, confiesa que no puede abandonar el vínculo con los padres porque son "su cable a tierra" y que por eso todas las semanas se reúne con ellos para juntarse a charlar sobre qué educación quieren para sus hijos.
La escuela es totalmente gratuita. No se le cobra a las familias ni siquiera el guardapolvo o los materiales pero sí se les exige el compromiso de los padres en la educación de sus hijos. "Si un chico no viene un día lo vamos a buscar y esto genera un fortalecimiento del vínculo comunitario que es fundamental en barrios como los nuestros. A nosotros sí nos importa y esa seguridad tiene un gran retribución que se traduce en la voluntad de los padres por ponerse a estudiar y de querer mejorar sus condiciones de vida. La gente te demuestra que quiere otra cosa", dice Silvia.
A partir de la intensa y comprometida labor de la cooperativa se han conseguido notables mejoras en el barrio como el asfalto y la señalización de las calles. En este momento están comenzando las gestiones para instalar una sucursal de un banco en el barrio.
Con relación a su futuro, Silvia no descarta la posibilidad de probar suerte en la arena política, pero por el momento siente que su lugar está en la cooperativa: "Pensar que un grupo de desocupados puede construir una escuela es como tocar el cielo con las manos. Que hayamos podido cumplir este sueño nos mueve a seguir soñando y ahora vamos por tener la primera universidad en el barrio".
Héroes de su tierra, estos líderes encarnan el sueño de que es posible sobreponerse a las adversidades , a la vez que sirven a su comunidad.

CARACTERISTICAS DE UN BUEN LIDER

Genera confianza en la comunidad y la sostiene en el tiempo

Está abierto a trabajar con otros

No encierra el liderazgo en su persona

Desarrolla capacidad de escucha

Está comprometido con la realidad del barrio

Encarna valores de justicia, equidad y verdad

COMO COLABORAR

Casa de Galilea
http://www.casadegalilea.org.ar/

Asoc. Civil David Echegaray
madresenluchacontraelpaco@yahoo.com.ar

Centro de Empresarios de Famaillá
http://www.cefam.com.ar/

Cooperativa barrio La Juanita
http://www.lajuanita.org.ar/

Fuente: lanacion.com.ar

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